HOLA GENTE!!!!
Les traigo la segunda parte de la historia corta que estoy
subiendo. Mientras sigo trabajando en la segunda parte del libro de la Manada
Hati, actualmente estoy completamente atascada, sé lo que quiero escribir pero
no tengo ni idea de cómo hacerlo, ni de cómo escribirlo XD así que básicamente estoy
atrapada!!!
Sigo trabajando en ello, no se preocupen, pronto haré un
pequeño avance sobre el segundo libro, mientras tanto…
Una historia de lazos
Parte 2ª
Al día siguiente se levantó muy temprano para ensayar y practicar su
número las horas que debía hacer, limpiar su caravana, ayudar a limpiar y
alimentar a los animales y ayudar en los números de sus amigos justo a la hora
para que pudiese ducharse y acicalarse. Al principio le daba algo de vergüenza
presentarse en un sitio así, gracias a dios en
uno de los números había usado un traje, era un poco viejo pero pasaba
por un traje de etiqueta perfectamente.
Aquel sitio era enorme, tenía grandes salones finamente decorados,
alfombras de terciopelo, esculturas enormes e impresionantes, cuadros por las
paredes, cristaleras con joyas, huevos decorados y otras pequeñas y finas obras
de arte. Fue guiado por su acompañante por las grandes galerías entre la gente,
todos vestidos elegantes, con muchas joyas y una fina copa de champaña o vino
en las manos mientras reían falsamente. A veces su acompañante se paraba ha
hablar con una mujer o dos, o algún hombre curioso, fingía reír sus gracias y
podían marcharse.
En uno de los grandes salones se presentaba una colección de joyas que hacían
un juego de collar, pulsera, pendientes y tiara, no era de los mas caros de
allí pero si uno de los que mas le había gustado a Lucca, un grueso cordón
junto a un grueso cristal protegían a la joya. Deseaba acercarse un poco mas
pues estaba algo alto y no podía verlo bien con todo detalle, animado por
Gerald se aventuró un poco echando el pecho por encima del cordón,
desgraciadamente perdió el equilibrio e intentó agarrase a la vidriera que
gracias a dios fue detenida por un guardia y por el mismísimo Gerald.
Ambos fueron expulsados de la sala y Lucca sintiéndose terriblemente
mal se marchó de la exposición perseguido por su anfitrión.
̶ Lucca espera… no ha pasado nada, no te marches, aun hay cosas que
deseo mostrarte.- Dijo dulcemente agarrándole la mano.
̶ He montado un escándalo y por poco rompo una vidriera, casi hago que
te echen… ¡por mi culpa! Soy tu invitado y te lo agradezco de esta forma. ̶
Realmente estaba apenado y muy entristecido por lo que podría haber provocado.
Gerald levantó su rostro y sonrió.
̶ Realmente lamento mucho no poder seguir mostrándote esas cosas, a
cambio, ¿Me dejas invitarte a pasear por el parque hasta tu casa?
Lucca sonrió, aquel hombre le trataba como un igual, no como muchas
otras veces le trataban como un inferior o desconfiaban de él por ser un
circense. Fue una noche terriblemente agradable, más de lo que hubiese deseado,
por que después de esa noche probablemente nunca más podría volver a verle.
Cuando el circo estuvo a la vista no podía dejar de pensar la manera de
invitarle a ir hasta su caravana para invitarle a algo o charlar un poco más,
mostrarle sus libros o algo, cualquier cosa con tal de no permitir que se
marchase. Pero la hora llegó igualmente.
̶ Supongo que esto es un adiós. ̶ Escondía sus manos a su espalda y
miraba el suelo mientras pateaba una piedra como si fuese un niño pequeño.
̶ ¿Os vais ya? –Lucca asintió, mañana sería la última función y al día
siguiente se dedicarían a recoger para marcharse por lo que no podría
escaquearse. ̶ Yo viajo mucho, quizás
nos encontremos en alguna otra ciudad.- Aquello le entregó un atisbo de
esperanza.
̶ ¿Mucho? ¿En que trabajas? ¿Puedo preguntar? – Gerald rió, y le
alborotó el pelo.
̶ Acabas de hacerlo ¿no? Me dedico a los despidos, viajo de un lugar a
otro, me contratan para buscar los expedientes de las personas, despedirlas,
reducir personal etc. Soy… un despedidor profesional. ̶ Lucca sonrió volviendo
a mirarle, aquella palabra no existía, sabía que lo había echo a propósito para
hacerle sonreír.
̶ Entonces, ¿Te parece bien que te de mi e-mail? Así nos mantendremos
en contacto, ya que no tengo dirección para mandarnos cartas y tú tampoco, si
te parece bien si no te agrada entonces yo…
̶ Me gustaría, ¿tienes donde apuntar? ̶ Rápidamente rebuscó entre sus
bolsillos un papel y un boli, el que le habían dado de muestra y el itinerario
de las exposiciones y garabateó rápidamente un correo electrónico que tenía
muerto desde hace mucho y esa misma noche pensaba reactivar. ̶ Toma.
̶ Déjame que te apunte el mío… ya está, esto es una barra baja ¿he? No
te confundas, bien, hasta pronto Lucca. ̶ Este sonrió y asintió. ̶ buonanotte.
Lucca se sonrojó por aquel saludo que le recordaba a una de las
conversaciones que habían mantenido y que ahora sabía que él había estado
prestando atención. Correr sería decir poco, voló hacia su caravana rebuscando
como loco entre los libros su caja de dinero ahorrado para emergencias y lo
contó. Su caravana estaba dividida, era un modelo viejo que tenía una parte
central de mini cocina y detrás un baño y un armario y a cada lado una mesa
convertible en cama, que él había reconvertido en una biblioteca y zona de
estudio. Exceptuando un espacio pequeño para sentarse contra lo que quedaba de
mesa lo demás eran estanterías rusticas diseñadas para que los libros no se
escapasen con el bamboleo de la caravana al ir por la carretera. La pobre debía
ser ya de quita o sexta mano, «heredada» de unos de sus compañeros que se
hicieron con otra más nueva.
Se coló en la habitación de uno de sus compañeros que siempre dejaban
el ventanuco abierto metiéndose por el techo para robarles el portátil con el
USB del 3G, no pensaba irse a dormir sin antes actualizar su cuenta y en cuanto
pudiese haría una escapada para comprarse un portátil propio con el Internet.
Lo que Lucca no tenía ni idea era que mientras él descendía por el
ventanuco de sus vecinos alguien le imitaba en el salón de la exposición en el
preciso instante en que un oportuno apagón y un mal funcionamiento de los
generadores de emergencia le propició para colarse sin ser visto y robar
algunas de las joyas cambiándolas por otras imitaciones, para cuando alguien se
diera cuenta ya estaría muy lejos, además, tenía una coartada. A la mañana siguiente las piedras preciosas
fueron vendidas en cinco distintos establecimientos de empeño y dos compradores
del mercado negro. Pasado un día después del robo y mientras la familia de
Lucca recogía para marcharse en ese preciso instante, fue abordado por la
policía acusado de robar las joyas, ya que sus huellas estaban en uno de los
cristales de una de las joyas robadas.
Durante horas la marcha del os familiares circenses fue pospuesta
mediante interrogatorios, registros y declaraciones en las que una y otra vez
afirmaban que no tenían ni idea de lo que hablaban, ni siquiera sabían como
Lucca había ido a esa exposición. Con los nervios a flor de piel lo explicó una
y otra vez diciendo que él no había echo nada y que había acompañado a otro
hombre a la exposición, hombre del que no había ni rastro por que ya se había
marchado y solo tenían un nombre.
Cuando por fin les dejaron marchar, tres días después de lo estipulado,
y después de decir una y otra vez que no había sido, comprobando que sus
huellas más las de su compañero fueron impresas al tropezarse y agarrase al
pedestal, estaba terriblemente afectado. Más mala fama para los circenses y un
rumor que seguramente les acompañaría durante algún tiempo provocando que la
gente no se atreviese a ir a su circo.
El día libre que se tomaron en las afueras en un pueblo medio muerto
para olvidar todo Lucca se atrevió al fin a usar su portátil nuevo, comprado
con el dinero que la policía le había incautado pensando que eran las posibles
ganancias de la venta de las joyas. Con el escribió un mensaje a su querido
amigo relatándole lo sucedido y esperando que no le causasen problemas allí
donde estuviese por que tenía noticias de que tuvo que presentarse en una comisaría
a testificar, terminando la carta de la siguiente manera:
«… espero que no te hayas arrepentido de aquella noche, no desearía que
se borrara por que fue muy divertida y estoy deseando volver a encontrarnos.
Por favor cuando tengas un hueco me gustaría poder leer tu respuesta. Tu amigo,
Lucca. »
Mientras Gerald leía sonreía y en una maleta guardaba una soga y unos
guantes para su «trabajo» de esa noche.
̶ . ̶
Unas semanas después Lucca consiguió saber como funcionaba una cámara
digital que venia de regalo con el portátil el cual se pasó varios días
personalizando, tras dominar a ambos y saber como era la relación entre ambos
aparatos, al principio no se llevaban nada bien, decidió grabar algunos videos
para Gerald y que los viese cuando pudiese.
En el primer video que le envió le hizo una pequeña introducción y le
presentó a los animales del circo que alguna vez cuidaba además del lugar en
donde se encontraba actualmente.
Al verlo Gerald se rió del chico, realmente creía que tenían una amistad
entre ellos, le pareció tan inocente que al principio pensó en simplemente
inorarlo, pero tras ver varias veces el video, añadiendo que el chico no le
disgustaba físicamente, decidió seguir con la farsa un poco más.
Un mes después del primer video, Lucca le envió uno de los videos de
entrenamiento de la cuerda floja y un espectáculo privado de un mini ejercicio
en los lazos, algo simple de descenso y ascenso en ellos sin usar las manos.
Esto llamó gran interés en Gerald, poder hacer eso sin usar las manos y
descender sin ningún cable ni nada ruidoso y aun así estar completamente seguro
podría facilitarle las cosas, aquel chico podía ser útil después de todo. Poco
después del segundo video, a penas dos días, cuando Lucca se disponía a
descansar y a dormir un poco por la tarde vio a Gerald conectado y empezaron
una agradable conversación empezando por lo que le habían gustado los videos y
que le pedía que el enviase mas de sus ensayos para poder ver como hacía y como
llegaba a dominar sus técnicas, así podría animarlo desde el otro lado.
̶ … es realmente divertido ver
como algunos se asustan cuando caes rodando, escuchas un ¡haaaaaa! Rodeándote y
cuando te detienes todos aplauden, lo malo al principio es no marearte, es lo
que más debes controlar, si te mareas puedes equivocarte al frenar y acabar en
el suelo. ̶ Escribía tumbado en la cama
contento moviendo los pies como una escolar.
̶ Entonces para ti lo peor son
las nauseas, ¿no el miedo a caerte? Mira que si te caes de esas algunas te
llevas un buen golpe. Ten cuidado, no quiero que te hagas daño. ̶ él escribía despreocupadamente mientras
miraba algunos otros documentos de su trabajo a medio tiempo como hombre de
recorte de personal. En aquello no le había mentido.
̶ No te preocupes, estaré
enterito siempre, llevo años haciéndolo y solo me he caído dos veces pero
siempre practico con la red, además ensayo dos horas al día como mínimo. ̶ Gerald tomó nota, realmente imitarle no sería
tan sencillo, además tendría que encontrar un buen lugar para practicar.
̶ Me pregunto dónde podría
encontrar un lugar en el que enseñasen eso que no fuera en un circo, por que no
creo que haya ninguna academia para circenses ¿o la hay? ̶ Lo primero era encontrar un lugar, tal vez
podía darle una pista.
̶ Si fuera tan sencillo los
circos no tendrían gracia, quizás en algún establecimiento de escalada podrían
reservar una zona para las cuerdas, es como subir o bajar que hay en los
gimnasios normales, pero claro la cuerda no puede raspar por que si no te
pelarías las manos, por eso se hace con telas fuertes. ̶ Mientras tanto tomaba notas y apuntaba
algunos puntos a tener en cuenta. ̶
Además es mejor practicar en compañía y primero con un profesional, es
imposible empezar solo, corres un altísimo riesgo de caerte sin ayuda. ̶ Eso le
complicaría las cosas.
̶¿Me enseñarías tu? ̶ Le
sonsacó, sería fácil que le enseñase, seguro que no se negaría.
̶ Claro que te enseñaría, si vienes hasta aquí y me pagas las clases
̶ símbolo de cara risueña. ̶ yo estaría dispuesto. ̶ Sabía que no se negaría.
̶ Te tomo la palabra, así que la
próxima vez que nos veamos tendrás que darme una clase privada. ̶ Se arrepintió enseguida, acababa de
prometerle que volverían a verse.
̶ ¡Estupendo! Lo esperaré, te juro que intentaré ser un buen profesor.
Por cierto ya tengo la lista de las próximas ciudades estaremos por la misma
zona medio mes mas o menos. ̶ Suspiró,
pero no estaría mal, quizás podía volver a usarlo para dejar alguna huella de
algo interesante que robar.
̶ Está bien, le echaré un vistazo
más tarde. Ahora tengo que irme. Hablaremos otro día. Cuídate no hagas el tonto
por ahí.
̶ ¡Ho! Entonces tendrás que decirle al jefe que no me deje salir como
payaso la semana que viene.
Gerald sonrió, el niño era entretenido, realmente le divertía lo
inocentón que era. Cuatro días después fue cuando se acordó del maldito papel y
lo miró, sorprendentemente la última semana de julio coincidirían por una zona cercana, aun estarían un poco
lejos a unos veinte minutos más o menos en coche, pero si se lo decía estaba
seguro de que acabarían encontrándose. Ahora lo importante era, ¿Quería
encontrarlo o no?
Hola Death-Ela, casi no leo por capis, así que cuando este completa me la leo jeje
ResponderEliminarbesos y buen fin de semana :D
muchas gracias por la segunda parte wiii :)
ResponderEliminaryo tampoco suelo leer por capis pero esta historia a merita hacerlo jajaja muchas gracias ♥
Muy bueno, tengo ganas de darle una paliza a Gerald por aprovecharse así de Lucca. Espero la continuación, muchas gracias.
ResponderEliminarMe encanta la historia,pero Gerald....como puede ser así,espero que Lucca le ponga los puntos sobre las ies,jajajaja....
ResponderEliminarMuchas gracias por tu trabajo y tranquila,aunque yo personalmente tengo muchas ganas de leer mas de la Manada Hati, no hay que forzar,tomatelo con calma y todo aparecera.
Besos y gracias otra vez!!!
Hola me gusto muchoooooo!!!! peroo uff este gerald no me gusta del todooo ! veremos que sucede! muchas gracias por compartirlo con nosotros!
ResponderEliminar>///u///<!
ResponderEliminarFelicidades por el premio chuchi!
ò/////ó me alegro que hayas vuelto, te echaba de menos ó///n///ò!!!