Death-Ela

 EMPIEZA EL VERANO! 

Bueno!!! Se supone que ya ha empezado el verano! Al menos por aquí jejeje, el 21 se acababan oficialmente las clases y el verano comienza para todos aquellos que no tiene que recuperar ninguna asignatura y para los que tiene que estudiar también. Lo peor es cuando no eres estudiante, el verano lo único que significa es que supuestamente hará sol.

Aquí calor suele haberla pero el sol ya es otra cosa, somos más de lluvia todo el año y este se está llevando el colmo, además según las noticias se supone que no tendremos verano. No sé como sentirme con eso, no me gusta el calor pero es época de fiestas así que no quiero que llueva. Lo mejor de Galicia en verano es que hay fiestas por todos lados. JA! No importan donde estés siempre habrá al menos dos pueblos con fiestas, si no son patronales, son celtas, o romanas, o de antigüedades etc. Somos la comunidad autónoma con más fiestas de España. Ahora mismo se están preparando todos para las hogueras de San Juan, que buenos recuerdos me trae!!! Amaba estas fiestas por encima de todo, sobretodo por que solía quemar los apuntes de las asignaturas que aprobaba. Ya me veis a mí enfrente al fuego echando papeles y maldiciendo a los profesores. Adoraba mis tradiciones de infancia, es una mierda crecer.

Bueno, os deseo un feliz inicio de estación, a cada uno la que le toque y decir que la historia de Raudel avanza con buen pie. Para que no os aburráis y no me echéis de menos os dejo una pequeña historia sobre el final del curso. Por que los profesores también odian el colegio o casi todos.

  Odio el verano.

Veintiuno de junio y el verano comienza. Ojala este día no hubiese llegado. Los adolescentes y jóvenes corren por el pasillo chillando y comparando sus notas. Unos juran por las que tendrán que recuperar en septiembre. Otros lanzan vítores por haberse salvado en el último examen. ¿Y él?

Acababa el curso y como profesor le esperaba unas largas y merecidas vacaciones. No es que las matemáticas fuesen algo que le estresase pero la idea de marcharse del instituto le agobiaba. Era infantil y lo sabía pero él tenía un secreto para no querer marcharse.

El profesor de historia.

Dios, él estaba en sus treinta y dos y se había enamorado como una adolescente del profesor de historia. El hombre que estaba cerca de sus cuarenta y siete, cuerpo robusto sin músculos, pelo corto moteado con alguna pequeña cana de la que echaba la culpa a sus alumnos cuando no le hacían caso. Los alumnos le amaban y de la misma forma él también había caído.

En cuanto el último timbre sonase y las reuniones acabasen él se marcharía al pueblo de sus padres con tres meses por delante para encontrar un típico amor de verano.

Suspiró y se apretó el puente de su nariz mientras tres de sus alumnas se le acercaban y le mostraban sus notas.

-Aprobé todo.- Grita a Ana emocionada.

-¿Ves?- Respondió sonriéndole.- Te dije que si estudiabas con antelación no te pondrías tan nerviosa.

-Pero creí que no lo lograría.- bajó la voz mirando a sus amigas.- la profesora de ingles me tiene manía.- Quiso rodar los ojos, todos los alumnos creen que un profesor les tiene manía.

-No os tiene manía, es que vuestra pronunciación inglesa apesta.- Las tres chicas hicieron un sonido de indignación y le golpearon con el papel de las notas.

Riéndose se alejó de sus alumnas deseándoles un buen verano. Al dar la vuelta en la esquina se choca directamente con el producto de su odio veraniego. Julián, el profesor de historia le sonríe con una invisible barba de dos días y sus ojos verde oscuros. Casi se traga la lengua y como siempre le costaba hablar.

-No sé como consigues que todos tus alumnas te adoren, yo que tu tendría cuidado.- La risa gruesa resuena en el pasillo haciendo que algunos alumnos se giren a mirarlos.

-Lo dice el primer profesor de historia de este instituto que logra que sus alumnos no se duerman en clase.- El hombre saca pecho orgulloso.

-Sí y o veas como me cuesta, este verano tendré que pensar algunos trucos nuevos. Si esto sigue así tendré que dar la clase por la porquería esa del wasapa. – Jorge, ríe ante la mala pronunciación. Julián le mira de reojo al principio ofendido pero acaba sonriendo. - ¿Qué Haras? ¿De vacaciones con tu novia? –El frío recorre su espalda y la sonrisa desaparecer de su rostro.

-No tengo novia, no es algo que me interese.- Añade rápidamente.- Me pasaré el verano solo supongo.

La mirada de Julián recorre su rostro y teme por su insinuación. Un chico se acerca a protestar sobre su nota y otra alumna acosa a Jorge con las preguntas del examen de recuperación separándolos.

Se prepara para la fiesta de fin de curso llena de juegos y para el partido entre alumnos y profesores. Suspira resignado ya que a él nunca le ha gustado jugar pero este año era el único que podía participar de entre los que quedaban.

Tras unos infernales placajes de alguno de los alumnos el partido queda en empate. De haber sido alumnos suspendidos se habría jurado que eran venganzas. Razón por la cual siempre prefería mantenerse fuera del lugar donde los alumnos podrían atacarle libremente. Julián estaba rojo por el esfuerzo sudando y con una rodilla raspada y sangrando, pero la sonrisa de su rostro calentaba el interior de Jorge. Se pasaría tres meses sin esa sonrisa.

Los juegos tradicionales eran su parte favorita, se quedaba con las niñas de primero de secundaria y las acompañaba jugando a la rayuela. En alguna ocasión su tobillo se resentía pero era divertido ver a las niñas divertirse de forma tradicional sin tanto móvil. Estaba a punto de ganar inclinándose por la piedra a pata coja cuando escuchó unas risitas y de pronto una gran mano agarró su trasero sorprendiéndolo y haciéndole caer de narices. Milagrosamente paró la caída y se giró mientras escuchaba a las chicas reír fuertemente mientras un sonriente Julián se hacía el despistado mirándolo con ojos grandes y diciéndole lo torpe que era. Su boca no pudo abrirse más de la sorpresa que cuando las chicas exigieron una revancha en varios juegos.

Si estuviese permitido habría besado a las siete alumnas que hicieron que pasase su primer día del verano con su maestro favorito. Compitieron en todos y cada uno animados por grupos diferentes de alumnos. El pañuelo, el brilé, una carrera de zancos, el escondite inglés y hasta el piedra, papel, tijera entre otros.

Agotados despidieron a los alumnos con una gran sonrisa y una pequeña sensación de abandono. Jorge miró a Julián le sonrió y deseó poder agarrar su mano al menos. Sin embargo le dio un golpe en la nuca y mientras este se frotaba y le miraba alzando una ceja él le sonrió.

-Nos vemos a la vuelta, diviértete este verano. No coquetees demasiado ¿De acuerdo?

Vio aquellos ojos agrandarse y temió que aquello sonase más patético de lo que quería. El subdirector le salvó al llamar a su compañero mientras él huía a su departamento para cambiarse y marcharse.  Era el único que quedaba de su departamento ya que se ofreció a ayudar a limpiar para poder quedarse hasta el último momento con sus alumnos antes de irse a su solitaria casa.

Con la maleta al hombro y otra en la mano se dispuso a encaminarse de vuelta a casa cuando la puerta se abrió bruscamente y Julián le miraba aún en ropa de deporte. El hombre estaba serio y respiraba notándose la falta de ejercicio. Quiso preguntar antes de ver como cerraba la puerta a su espalda de forma lenta quitándole la capacidad de hablar cuando él empezó.

-¿No te gustan los amores de verano?-La pregunta le cogió con la guardia baja y no supo contestar.- Mejor, a mi tampoco.

-¿Qué quieres decir?- Frunció el entrecejo al verle sonreír de nuevo mientras sentía un estremecimiento recorrer su columna vertebral.

-Llevas todo el día con cara de perro apaleado diciendo que no volveremos a vernos hasta que empiece el curso. ¿Sabes que aún hay cosas que hacer no? – Jorge maldijo por lo bajo mientras pensaba en su idea de no volver a encontrárselo y así perder todas las esperanzas.

-Bueno, pero no vamos a vernos por el verano, solo quería despedirme por su acaso.- Julián arqueó una ceja.

-¿Tantas veces?- Maldijo su piel pálida cuando el sonrojo asomó por su cara, el cual no se disimuló por su anterior sonrojo por el deporte según  la sonrisa de Julián.- ¿Y si dijese que quiero verte por el verano?

-¿Qué?- Julián alargó la mano y agarró su nuca haciéndolo jadear por la sorpresa.

Nunca se imaginó que su venerado profesor de historia fuese capaz de atacarle en el mismo departamento de matemáticas devorando su boca como los adolescentes que ellos mismos separaban por indecorosos. Jorge se abrazó a aquel robusto cuello empujándolo contra la puerta mientras buscaba el cerrojo de seguridad y lo cerraba provocando una sonrisa cuando un audible clic los alejó de miradas indiscretas. Lamiendo aquellos labios mientras intentaba respirar de nuevo la risa de Julián le contagió.

-Este verano podrías venirte conmigo ya que parece que pasaremos las vacaciones juntos.

Jorge empezaba a amar el verano.