lunes, 17 de junio de 2013



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        Hola gente, estoy avanzando en la historia de Raudel y su pareja e intento no deprimirme (el principio es un poco triste) pero avanzo a buen nivel y espero no atascarme en un futuro próximo (Toca madera) Así que hoy para agradecerles les traigo una pequeña historia de inicio para unos cuantos capítulos cortos sobre este nuevo personaje y lo que le ocurrió al encontrar una herencia familiar. Espero que os guste! 

La Creación.


Me llamo Lucas y estoy en mi tercer año de Bellas Artes sin saber que hacer con mi vida. No tengo demasiados amigos o ninguno y en mi familia la gente suele ir demasiado por libre así que es sencillo encontrarme casi siempre solo. La razón por la que elegí esta carrera es muy simple, esto es lo único que se me da bien. Por norma general y según me contó mi madre en su rama familiar todos y cada uno de nosotros tenemos un pequeño defecto, somos unos completos inútiles a menos que se trate de algo manual. Eso incluye la cocina, a pesar de que la gente dice que es arte. No importa que sea, desde temprana edad era capaz de hacer figuras muy buenas con arcilla, pintar de varias formas etc. Es un don familiar. Y por su culpa empezaron mis problemas.

Mis abuelos decidieron hacer limpieza de su trastero y encontraron varias piezas que quisieron vender y otras que conservar. Por alguna razón les pareció que a mi me gustaría alguna de ellas y decidí que quizás podría usarlas para algún trabajo de la facultad. Al llegar mi abuela estaba muy emocionada diciéndome que había encontrado algo perfecto para mi, algo que tendría que restaurar un poco. Al principio me pareció una tarea pesada pero siempre había matado mi tiempo restaurando cosas y piezas viejas que mis padres encontraban por ahí.
Llegué al desván y vi un gran cuadrado tapado con una vieja manta, jamás olvidaré la primera vez que lo vi. Delante de mí había un cuadro que tenía casi un metro cincuenta de altura, en su interior se veía una escena del edén. Un gran árbol con distintos pájaros sobre sus ramas o revoloteando en el cielo, en el suelo había un par de ciervos, un jabalí y un lobo.

Sin embargo no era la escena lo que atrajo mi atención, si no el material. El cuadro era un conjunto de todos los materiales que conocía, un marco de madera con incrustaciones de piedra y metal. Los animales estaban hechos de madera con adornos de metal, de arcilla, pintados, con oro o plata. Otros eran de piedra con los mismos detalles. Los materiales se intercalaban unos con otros haciéndolo impresionante y hermoso.

Me  llevé el cuadro inmediatamente al piso—taller y empecé a examinarlo. A alguno de los pájaros se le había caído su ala de metal o a otro se le había borrado su baño de oro en el pico. El cerdo de piedra había perdido un poco de su barriga y los colores se habían apagado pero por lo demás estaba intacto.
Me pasé dos días limpiándolo y al terminar lo miré sin saber como terminar. Miré las piezas que se habían caído y pensé en repararlas más tarde. El problema eran los detalles de oro y plata, verdaderamente no tenía intención de gastar su dinero en aquellos detalles y pené en usar simplemente pintura.

Al día siguiente en mis ratos libres llamé a mi abuela y le pregunté que le parecía su arreglo. A ella no le gustó la idea, al parecer el cuadro era una obra de arte de su propio abuelo y le parecía que sería menospreciar su arte.
Suspiré resignado y miré el cuadro rascándome la cabeza. Así que mi tatarabuelo había echo aquello. Quizás el arte si se llevase en las venas.

Cuando conseguí sobrevivir a los exámenes decidí que a pesar de que me gustaba mucho era imposible para mi mantenerlo. Así que decidí fotografiarlo y hacer los detalles con pintura, luego ya lo haría real con el paso de los años.
Borré el primer pico que tenía que reparar y lo pinté cuidadosamente, luego observé y vi lo mal que quedaba en comparación con el resto.
Esa noche me marché a dormir con mal cuerpo, había metido la pata pero el daño ya estaba hecho. Mientras dormía placidamente sentí un golpe en la espalda y me moví en mi sueño, pero cuando algo me pinchó directamente en la pierna me desperté de un salto.

A los pies de su cama había un hombre mayor que él, pelo corto y ropa un poco pasada con el ceño fruncido y girando un pincel entre sus dedos.

—¿Qué narices crees que estas haciendo?— Me llevó un momento darme cuenta de que no era yo el que hablaba.
—¿Qué?— El hombre se acercó más.
—¿Qué? ¿Qué? ¿Es que acaso eres idiota? ¡¿Qué le estás haciendo a mi cuadro!? ¿Pintura? ¿Enserio? ¿Es que no has visto que ese detalle tiene que ser con oro? ¿Y tú eres un restaurador? – El cuadro del abuelo.
—¿Cómo coño has entrado en mi casa?— El hombre suspiró y tiró el pincel al suelo.
—Veo que no entiendes por las buenas. Bien, que sea por las malas.— Dicho aquello saltó hacia mi cama aterrizando sobre mi espalda y llevando mis manos al cabezal.

Forcejeé e intenté soltarme pero cuando lancé un codazo al aire atravesé la imagen y me quedé paralizado. ¿Qué narices estaba pasando?
Aquella cosa, fuera lo que fuese, recitaba a mi oído los materiales que necesitaría para restaurar todo el cuadro, uno a uno. Mientras llevaba mis manos contra la madera del cabezal de mi cama y como si esta fuese un trozo de tela agarró entre sus dos dedos la madera y la movió entre mis muñecas. Al soltarla la madera se volvió sólida y me vi atado con unos yugos de madera.
Tiré de mis manos todo lo que pude sin prestar atención a lo que me decía y eso me valió un fuerte golpe en mi trasero y la perdida de mi calzoncillo. Aquello tenía que ser una pesadilla. Miré de nuevo al hombre joven que me estaba sujetando al que yo ni siquiera podía golpear. Algo en su cara me resultaba familiar, era bastante atractivo pero en el rango de lo normal y su sonrisa en aquel momento no me gustó ni un poco.

—¿Qué eres? ¡Suéltame! Dios, despiértame de una vez.— Forcejeé más para sentir más dolor en las muñecas, se suponía que en los sueños no se siente dolor.
—Soy el autor de ese cuadro, es mío, no tuyo. Deberías reconocerme niño, soy tu antecesor. Mi nombre es Samuel. – Y con eso otra nalgada aterrizó en mi trasero.
—Eso es imposible. Déjame ya, lárgate y no llamaré a la policía.— Mi trasero dolía y la idea de que aquella descripción encajaba me asustaba.
—Creo que no entiendes tu situación. Voy a castigarte y de paso voy a divertirme un poco.— Aquello sonó en un tono bajo que no me gustó nada.

Mi pierna fue atada con la tela de la manta de la misma forma que la madera ató mis manos. Mi respiración se aceleró cuando una idea salvaje cruzó por mi mente. Si era realmente mi abuelo no se atrevería ¿verdad?
No me enorgullece decir que chillé al sentir algo frío y húmedo en mi trasero. Ni tampoco lo que vino después. Mordí la manta de la cama para no hacer ningún ruido mientras sentía de forma muy vivida como una polla se mentía en mi trasero. No paraba de repetirme que aquello tenía que ser un sueño. Mis manos atrapadas por la madera de la cabecera, mi pierna atada con las sabanas de forma que mi culo quedaba alzado y mi otra pierna atada por el tobillo con la misma tela a la pata de la cama. Mientras aquel que decía ser mi antepasado se agarraba a mi cintura entrando y saliendo de mí gimiendo de placer. A pesar del dolor no podía evitar estremecerme cuando él me acariciaba la espalda o gritaba lo mucho que le gustaba. Lo peor de todo fue cuando mi propio cuerpo empezó a reaccionar, el dolor cambió a algo más. Su mano bajó a mi entrepierna y me masturbó con la misma fuerza que me penetraba y justo antes de correrse me agarró por el pelo tirando mi cabeza hacia atrás para que gritara junto a él.
Caí en la cama derrotado y no pudiendo más cuando escuché como susurraba a mi oído que ahora ya sabía lo que tenía que hacer. Realmente no tenía idea de a que se refería en ese momento, simplemente me quedé dormido.

A la mañana siguiente me levanté asustado con mi cuerpo un poco adolorido. Tras levantarme decidí que todo era un sueño.
Eso fue hasta que volví a sentarme delante del cuadro pincel en mano. Iba a pintar una de las zonas descoloridas cuando el pincel empezó a retorcerse y a formar un anillo entre mis dedos. Mi respiración se aceleró e intenté recordar cuando me había quedado dormido. El hombre apareció de nuevo apoyado contra le marco de la puerta y me sonrió.

—¿tanto te gustó lo de anoche? Si querías repetir solo tendrías que haberme avisado.— Me levanté e intenté alejarme lo más lejos posible.
—¿Por qué no puedo tener sueños normales? –lancé el pincel que empezaba a apretarse en mis dedos.
—¿Cuándo dejarás de pensar que soy un sueño? Sé que soy muy atractivo y te hago gotear pero soy real. – Se apartó del a puerta y avanzó hacia mi sonriendo. –Pero lo que importa es que otra vez intentabas estropear mi cuadro.

Las bigas de madera empezaron a crujir e intenté taparme la cabeza por miedo de que cedieran. Sin embargo solo se doblaron y atraparon mis muñecas de nuevo.
Me sentí colgado como un pez de un anzuelo expuesto ante el gato que venía a comerme. Intenté patear el aire y alejarlo pero él solo agarró mi pierna apoyándola en su hombro haciéndome estar aún más expuesto. 
Ni siquiera supe cuando mi ropa calló al suelo, solo podía sentir el pulso de mis muñecas y nuevamente unos dedos dentro de mí. Me repetía que aquello solo era un sueño hasta que mis ojos se abrieron de golpe por la primera estocada. Se sentía demasiado real dentro de mí, clavando sus dedos en mis nalgas mientras entraba y salía.
Bajé mi rostro y le vi sonriéndome antes de empezar a morder mis pezones y chuparlos. Era mi sueño, una vez que pensé en eso simplemente me rendí. Sería una puta en mi sueño, que mierda, aquello se sentía bien.
Crucé mis piernas detrás de su cintura y jadeé sosteniéndome por mis muñecas ayudando a subir y bajar mientras él mordía mi pecho y lamía mis pezones haciéndome rogar por más. Y lo hice. Grité fuerte y gemí como la puta que me sentía pidiendo que lo hiciese más rápido o más fuerte cuando sus labios llegaron a mi cuello. Sabía que cuando me corriese todo acabaría como la última vez.

Jadeante, abrí los ojos para verme en el suelo. Sudado y cansado pero para mi sorpresa mis muñecas estaban dañadas. Mirando al suelo vi las manchas blancas de semen y mi ropa tirada. Era imposible. Alcé la vista y él aún estaba allí.

—¿Sigo soñando?— Samuel sonrió.
—¿Cuánto tiempo va a llevarte darte cuenta de que no es un sueño?
—¿tengo que creerme que el espiritu de un antepasado mío no tiene mejor cosa que regresar aquí para follarme? – Quizás se había vuelto loco.
—No vine para eso, solo es un extra. Al parecer ambos estábamos un poquito faltos de cariño. – Me sonrojé y le fulminé con la mirada.— Antes de que sigas estropeando mi creación déjame decirte. Hay un pequeño baúl en casa de mi nieta que tiene los materiales que necesitas para restaura el cuadro. Ve a por él hoy.
Me quedé mirando el espacio vacío que dejó y me dirigí a casa de mi abuela. Necesitaba saber si esto estaba pasando realmente.
En casa de mi abuela encontré el baúl y ella pudo ver las marcas de mis muñecas y el chupón de mi cuello. El pánico me embargo, decidí dormirme para poder despertar y sin embargo a la mañana siguiente las marcas seguían ahí. Corrí hacia el cuadro y en el banco delante de el estaba sentado. Me congelé y le miré.

—¿Traes el baúl?

Entonces fue cuando me di cuenta de que todo era real. No importa cuanto quise pelear contra la idea. Mi antepasado, Samuel, estaba allí a mi lado diciéndome como reparar su cuadro. A veces lo veía frustrado intentado tocar alguna herramienta y cuando yo me burlaba de él se colocaba detrás de mi y comenzaba a tocarme y a susurrarme las cosas que pensaba hacerme. Al principio solo eran amenazas vacías, había conseguido lo que quería y estaba reparando el cuadro tal como me lo pidió.
Sin embargo un día no tenía nada de que quejarse y al parecer eso le enfadó más. Solo me faltaba un pájaro por terminar y al parecer ahora no quería que terminarse.
En una de las ocasiones poseyó mi mano contra mi voluntad y empezó a masturbarme hasta que me rendí y me alejé del cuadro. Luego empezó a atrancar la puerta de mi taller y me arrastraba hasta la habitación atándome con las mantas.
Tras dos semanas me puse furioso y estallé.

—¿Qué demonios te pasa? ¡Déjame acabar el cuadro de una maldita vez! Tengo más cosas que hacer ¿sabes? Acaba de una puta vez con tu estúpido juego.— Le grité con toda mi rabia y él ni se inmutó, solo se quedó en silencio mirando por la ventana.— ¿Qué te pasa? ¿Por qué ya no quieres que termine?— Él sonrió.
—Me encanta que termines, pones una buena cara.— Me sonrojé y deseé poder tirarle algo que no lo atravesase. – No debes terminar el cuadro.
—¿Por qué no? No hay quien te entienda, cuando lo termine tu ya …— Entonces lo comprendí.

Si yo terminaba el cuadro, él ya no tendría razón para estar aquí. Le miré en silencio y suspiré, sabía que si le ofrecía quedarse él se negaría. Demasiado orgulloso para aceptar.
Me giré y me fui a la ducha a sacarme la pintura y el serrín de encima. Bajo el chorro del agua sentí su mirada y sonreí en silencio mientras comenzaba a tocarme
Abrí la cortina del baño y salí mirándole fijamente mientras me secaba e iba a la habitación, allí esperé y por primera vez le invité. Sentí su peso sobre mí cuando comenzó a acariciarme y a tocarme. Su calor al rozarme y al entrar en mi y por primera vez pude tocarle. Esa noche fue la más pasional de todas, sobre la cama me follaba rápidamente escuchando el ruido de carne contra carne, sintiendo los golpes de su piel contra la mía. Clavé mis dedos en su espalda y vi mi lujuria reflejada en la suya.

A día de hoy, años más tarde abro por fin mi tienda. Al final decidí dedicarme a la restauración y al arte. Restauro, copio o arreglo aquello que el cliente desde siempre que esté en mi ámbito. He aprendido a trabajar con muchísimos materiales de formas muy distintas. Hoy es el primer día, nada más cruzar la puerta observo mi lugar, una mesa de madera maciza tallada que hace de recepción. Encima de esta se encuentra un gran cuadro, símbolo de la tienda. Un cuadro que tiene un pájaro sin las patas arregladas y su ala doblada. Un cuadro que nunca terminé de restaurar. Me coloco en mi sitio, sentándome en mi silla mirando hacia la puerta mientras mi maestro se sienta sobre la mesa y me sonríe de lado. Él no ha cambiado nada en este tiempo.
La campana suena y el primer cliente entra. Ambos hablamos pero solo se escucha una voz que dice: Bienvenida a “La Creación”



6 comentarios:

  1. *^*!!!
    A mi me ha gustado! XD yo quero un fantasma así en casa ewé y a un Zak Bagans que venga a por él...dos en uno *O*!

    Quiero ver como sigue la historia en la tienda, seguro que se te ocurren mil situaciones e historias con los clientes n/////n

    Ánimo!!! ese Raudel >//o//<!!! Piña pawa~

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  2. Holaa me gustoo muchooo!! ajaj creo que yo tambienn quieroo un fantasmaa asi jajaj!!! gracias...!! besos y que tengas una muy buena semana!!!!

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  3. :) a mi tambien me ha gustado mucho...me dejaste con ganas de mas >///<
    y creo que estoy de acuerdo con los dos comentarios de arriba...yo tambien quiero un fantasma igual ♥

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  4. Hola, yo me espero como siempre a que lo subas en pdf aunque este cortita la historia para poder leerla, que tengas un buen inicio de semana, besosss

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  5. Hola me ha encantado, estoy deseando leer mas. Que paseis buen martes

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  6. Hola!!! me ha encantado!! ya estoy deseando leer más y sobre todo mucho animooo y espero que sigas adelante con el libro de Raudel sin ningún problema!! Besooos.

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