Como están ustedes?
Yo me encuentro medio desesperada, mi imaginación ha
muerto!!!!! Hace poco estaba sentada y decidí pensar en una pequeña idea nueva
y me di cuenta de que mi cabeza estaba en blanco. Así por tres días. Quise
llorar.
La televisión es el mal!!! Fue lo primero que pensé, me había
pasado la semana viendo un par de series y mi imaginación muere, Coincidencia? Quizás.
Luego llegó la noche de San Juan (Amo esa noche
>/////<) y mi ira se convirtió en historia. Hacía muchísimo que no me
enfadaba tanto, me pasé horas protestando y escupiendo maldiciones hasta que me
senté y puse mis pensamientos en una pequeña historia. Cuando puse el último
punto me sentí mejor. Mi idea era un poco más … deprimida pero en el último
momento cambié el final. Espero que les guste mientras yo froto mi cerebro con
jabón y lejía a ver si vuelve a funcionar como debe.
INSPIRACIÓN VUELVE A MI!!!!!!!!
Historia:
A día de hoy Noche de San Juan quiero llorar.
Mi mundo y mi realidad se construyó a base de felices
reuniones familiares en los cumpleaños. Pequeñas reuniones de picnic algunos
fines de semana, viajes anuales a algún sitio religioso. Emocionantes noches de
año nuevo y sobretodo el San Juan.
La noche más mágica de toda mi infancia, personas que no
conocía se reunían bajo una construcción de madera de dudable soporte. Se comía
la carne a la parrilla y las sardinas entre viejos que reían escandalosamente y
contaban sus anécdotas mientras que acababan el postre con viejas canciones ya
olvidadas por la mayoría entre chupitos de orujo. Cerca de la media noche y
mientras se recogía la mesa se empezaba a elaborar el aguardiente casero y
cuando estaba casi listo y se prendía fuego al agua un hombre con voz profunda
recitaba el conjuro. El agua incendiada caía casi desde la altura de la cabeza
de aquel hombre y te quedabas fascinado por la sorpresa de un fuego que
sobrevive al agua. Justo a las doce de la noche la gente se reunía delante de
un montón de leña y cosas viejas de casi dos pisos de altura y se le prendía
fuego.
Todo el sufrimiento del curso merecía la pena solo por esa
última celebración. El verano no tenía sentido si no comenzaba esa noche. Todo
el año esperando a volver a esos días de mi infancia. Mi cumpleaños ya se había
estropeado por gente que solo llegó para comer y se marchó siquiera sin
despedirse de mi. Cuando llegué ya habían empezado a comer y en el momento que
me despisté para jugar con mis primos pequeños habían devorado MI SORPRESA de
la que no me dejaron ni una migaja para probar.
No tenía ánimos para el San Juan pero esto que me presentan
es un insulto en mi cara. Llegar a una casa donde la gente ya ha cenado y se
centra en las bebidas, te dan de comer dos sardinas frías si las quieres y te
llevan a un cuarto apartado donde tienes que prepararte tu propia carne para
comer. Comes solo en medio de la conversación de gente que ni espera a que
termines para marcharse a otra hoguera de San Juan y luego tiene el descaro de
coger unos plásticos incendiarlos y llamarle hoguera.
Mientras el humo negro y pestilente impregna mi ropa e
inunda mis pulmones siento ganas de llorar. Con el paso de los años todos
aquellos magníficos recuerdos son ensuciados año tras año con lo que llamamos
realidad. Hoy miro ese fuego que debería
ser naranja, rojo y azul con tintes de verde por la contaminación que quemamos.
A día de hoy desearía no haber vivido esas magnificas noches por que año tras
año me encuentro esperando aquello una vez más. Un poco de magia en mi vida,
solo una vez. Miro la masa negra burbujeante de lo que queda de un neumático y
me pregunto que es lo que queda de especial en mi vida si no tengo esos
pequeños momentos para celebrar. He decidido no volver a celebrar mi
cumpleaños, ni la navidad, ni el año nuevo. No volveré a celebrar nada por que
no hay nada que celebrar. La noche de San Juan significaba demasiado para mí y
me la han arrebatado igual que otras muchas cosas.
Siento rabia e ira formando una bola en mi garganta mientras
mis ojos se inundan de lágrimas de las que les echo la culpa al humo.
Indignado salgo de casa y camino hacia el puerto. Las aguas
negras reflejan la luz de las farolas y los edificios del otro lado del río. Me
giro hacia el pueblo y veo las enormes columnas de humo de pequeñas hogueras de
adolescentes que han llevado más bebidas que material para quemar. El pueblo
apesta y no hay ni una sola que tenga ese recuerdo infantil del olor a hierba,
madera y cartón quemado.
Suspiro despacio con las manos en los bolsillos y siento mi
interior vacío. No se que hacer con mi vida y el futuro no tiene mejor pinta,
me siento solo e ignorado por mi familia y mis amigos. La gente se burla de mí
y nadie me apoya y ahora encima también se burlan de mis preciadas tradiciones.
Lo único bueno que quedaba en mi vida que podía traerme un poco de alegría. A
este paso tendré que empezar a tirar de pastillas.
Miro el humo y la soledad me cala hasta los huesos. Me giro
al agua e intento ver mi reflejo. Estoy desesperado ya no encuentro una razón
ni motivación para seguir. La depresión me oprime tanto el pecho que no puedo
respirar.
-Si tan solo hubiese tenido un último San Juan que recordar.
Me arrodillo ante la orilla e intento buscar algo que me de
fuerzas para enfrentarme a mi escaso futuro. Mi suspiro sale tembloroso y los
recuerdos me atormentan.
Siento una patada en mi espalda y caigo de narices al agua.
Intento protegerme de la caída en las rocas pero estas no llegan. Muevo los
brazos en busca de algo a lo que agarrarme sin entender como aquello es tan
profundo. Está todo tan oscuro que no se si estoy boca abajo o boca arriba.
Busco desesperado una salida y veo un reflejo anaranjado y nado hacia el antes
de ahogarme. Rompo la superficie del agua y jadeo fuerte intentado llevar todo
el aire que puedo a mis pulmones cuando diversos sonidos llegan a mis oídos.
Oigo risas, canciones, música y veo sombras bailar pero lo
que mas llama mi atención el a enorme hoguera que hay ante mi. No se como he
llegado hasta allí pero ya no estoy en el puerto si no en un pequeño claro de
un bosque. Salgo de lo que parece un lago y veo a personas extrañas y
disfrazadas comer, jugar, divertirse, reír y cantar a mí alrededor.
Me alejo lentamente mirándolo todo y prestando suma atención
a la gran hoguera coronada por una enorme luna amarilla completamente llena.
Nunca había visto algo así en mi vida.
La gente que danza a mi alrededor empieza a parecerme más
real solo que no pueden serlo. Veo piernas de cabra y cuernos en sus cabezas,
alas y orejas puntiagudas, hombres bajitos y con barbas largas. Probablemente
me había ahogado en el río.
-¡Un humano!- Se engancha a mi lado lo que parece una mujer
duende de tez verdosa y pequeñas alas de libélula a su espalda.- Hace tanto
tiempo que no nos visita ninguno. Os echábamos de menos pero es que a nadie le
importa ya el equinoccio de verano. ¡Es un asco como se olvida la gente de los
tratos!
El trato, es cierto, según algunos cuentos el equinoccio de
verano y el San Juan se utilizan para celebrar la noche mas corta del verano y
el trato que hacen los humanos con los seres mágicos y los fantasmas que les
concedían solo esa noche para volver al mundo de los humanos. Sonrío, adoraba
esos cuentos.
La mujer chillona me empuja a un gran corro en la que la
gente salta y gira en una danza extraña y divertida. Vuelo de pareja en pareja
entre tanto giro y en una ocasión me tropiezo y me doy de narices contra un
hombre cabra por que mi pareja, un enano, no fue capaz de frenarme cuando me
lanzaron a él.
Las risas estallan y me dan un baso e la aguardiente más
fuerte que he probado en mi vida. Cuando se vacía me dan algo llamado aguamiel
y otra vez el aguardiente después.
Me siento a comer sardinas con un hombre tan grande y gordo
que avergonzaría a santa claus. Me sirve una bandeja de fruta una mujer vestida
de bruja y se sienta a mi lado un hombre semitransparente con unas ojeras tan
grandes como su sonrisa. Probablemente haya muerto y me he quedado en una noche
de san Juan eterna y maldita sea. Que a nadie se le ocurra revivirme.
Una mujer que me saca al menos cuatro cabezas me lleva de
vuelta al lado de la hoguera y me entrega unos papeles de deseos para quemar.
Son los deseos de todos y uno por uno los quemo con cuidado escuchando los
aplausos y el sonido de copas entrechocándose. Un hermoso hombre de pelo largo
color plata y tez morena me lleva de nuevo a la zona de baile y me mantiene
sujeto con una sonrisa.
Siento un pequeño arañazo en mi hombro y veo una especie de
sello luminiscente como en las discotecas. Le miro interrogativo y me sonríe.
-La noche se acaba y con esto podrás volver a la próxima
fiesta del equinoccio de invierno y del verano. Iré a buscarte en persona y con
esto tal vez te lleve a alguna fiesta más.-Le sonrío incapaz de decirle que
todo esto es producto de mi ahogamiento en el río y que voy a quedarme para
siempre.- te han metido un poco de hierba de brujas en los bolsillos, guárdala
al lado de tu ventana para que no atraiga los malos espíritus.-Asiento y me
acerco un poco más a él. Es tan bueno estar muerto.- ¿sabes que un beso de un
hada te dará suerte y te concederá un deseo?- Le miro y sonrió medio borracho
de emoción y de aguardiente.- ¿Qué pedirías tú?
-Que esto no se acabase nunca.- Respondo sin dudar. Él se
agacha y me da uno de los besos más suaves y con sabor a menta que me han dado
en mi vida.
-Nos vemos en el próximo equinoccio. –Me sonríe y me separa.
Le miro interrogativo y me doy cuenta de que la música ha
parado, todos me miran y la hoguera está consumida. Veo como todos saludan con
su mano y soy empujado de nuevo sobre el agua negra del lago. Ante mis ojos
desaparece otra vez la magia de la noche de San Juan y peleo por recuperarla.
Veo la luz a mis pies pero yo quiero volver al mundo de la noche de San Juan.
Un golpe en mi rodilla me despierta y me veo sentado en
frente a la puerta de casa. Busco en los alrededores y solo veo el jardín y una
persona pesada que me pregunta si ya se me ha pasado el enfado. Trago
fuertemente y maldigo mi suerte por haberme desperado. ¿no se suponía que mi
deseo iba a cumplirse?
Me levanto nuevamente deprimido y lleno de pena cuando noto
que la persona me mira extraño y me señala el brazo. Girándolo puedo ver el sello de la fiesta de
San Juan y una sonrisa se forma en mi rostro. Respiro despacio y noto el aire
cargado de aroma a flores.
La noche de San Juan es completamente mágica si sabes
vivirla, ahora solo tengo que esperar al siguiente equinoccio.
P.D: En la idea original en realidad el chico se había
suicidado y vivía para siempre en un San Juan eterno. Pero me deja mal cuerpo
el pobre chaval que sufra por mi ira, no se lo merecía el pobre (yo no pienso
llegar a tanto)
Holaaaa Death-Ela!! me encantooo el relatooo!! y me gusto el final que le pusiste je!!!
ResponderEliminargracias por poner igual el final que ibas a poner ...muchoss animosss y que la inspiracionnn vuelvaa a tiiii !!!! que tengas una muy bonita semanaa!! besotes!
Mala!
ResponderEliminareso no me lo habias dicho! ese final!
;////m////;!!!
buen relato, me gusto el final...jajaja el final original me hubiera hecho llorar mares jajajaja este esta bien ;)
ResponderEliminarespero que tu inspiración vuelva a ti :) muchas gracias por el relato
Hola me ha gustado mas este final que el que tenias pensado,no te desesperes,seguro que pronto te vuelve la inspiración.
ResponderEliminarMuchos besos!!!!!
Hola Death-Ela, me gusto mucho el relato y el final también.
ResponderEliminarGracias por compartir, besos.