lunes, 1 de julio de 2013

FRUSTRACIÓN POWER!!!!


 Como están ustedes?
Yo me encuentro medio desesperada, mi imaginación ha muerto!!!!! Hace poco estaba sentada y decidí pensar en una pequeña idea nueva y me di cuenta de que mi cabeza estaba en blanco. Así por tres días. Quise llorar.
La televisión es el mal!!! Fue lo primero que pensé, me había pasado la semana viendo un par de series y mi imaginación muere, Coincidencia? Quizás.
Luego llegó la noche de San Juan (Amo esa noche >/////<) y mi ira se convirtió en historia. Hacía muchísimo que no me enfadaba tanto, me pasé horas protestando y escupiendo maldiciones hasta que me senté y puse mis pensamientos en una pequeña historia. Cuando puse el último punto me sentí mejor. Mi idea era un poco más … deprimida pero en el último momento cambié el final. Espero que les guste mientras yo froto mi cerebro con jabón y lejía a ver si vuelve a funcionar como debe.
INSPIRACIÓN VUELVE A MI!!!!!!!!

Historia:


A día de hoy Noche de San Juan quiero llorar.

Mi mundo y mi realidad se construyó a base de felices reuniones familiares en los cumpleaños. Pequeñas reuniones de picnic algunos fines de semana, viajes anuales a algún sitio religioso. Emocionantes noches de año nuevo y sobretodo el San Juan.
La noche más mágica de toda mi infancia, personas que no conocía se reunían bajo una construcción de madera de dudable soporte. Se comía la carne a la parrilla y las sardinas entre viejos que reían escandalosamente y contaban sus anécdotas mientras que acababan el postre con viejas canciones ya olvidadas por la mayoría entre chupitos de orujo. Cerca de la media noche y mientras se recogía la mesa se empezaba a elaborar el aguardiente casero y cuando estaba casi listo y se prendía fuego al agua un hombre con voz profunda recitaba el conjuro. El agua incendiada caía casi desde la altura de la cabeza de aquel hombre y te quedabas fascinado por la sorpresa de un fuego que sobrevive al agua. Justo a las doce de la noche la gente se reunía delante de un montón de leña y cosas viejas de casi dos pisos de altura y se le prendía fuego.

Todo el sufrimiento del curso merecía la pena solo por esa última celebración. El verano no tenía sentido si no comenzaba esa noche. Todo el año esperando a volver a esos días de mi infancia. Mi cumpleaños ya se había estropeado por gente que solo llegó para comer y se marchó siquiera sin despedirse de mi. Cuando llegué ya habían empezado a comer y en el momento que me despisté para jugar con mis primos pequeños habían devorado MI SORPRESA de la que no me dejaron ni una migaja para probar.

No tenía ánimos para el San Juan pero esto que me presentan es un insulto en mi cara. Llegar a una casa donde la gente ya ha cenado y se centra en las bebidas, te dan de comer dos sardinas frías si las quieres y te llevan a un cuarto apartado donde tienes que prepararte tu propia carne para comer. Comes solo en medio de la conversación de gente que ni espera a que termines para marcharse a otra hoguera de San Juan y luego tiene el descaro de coger unos plásticos incendiarlos y llamarle hoguera.

Mientras el humo negro y pestilente impregna mi ropa e inunda mis pulmones siento ganas de llorar. Con el paso de los años todos aquellos magníficos recuerdos son ensuciados año tras año con lo que llamamos realidad.  Hoy miro ese fuego que debería ser naranja, rojo y azul con tintes de verde por la contaminación que quemamos. A día de hoy desearía no haber vivido esas magnificas noches por que año tras año me encuentro esperando aquello una vez más. Un poco de magia en mi vida, solo una vez. Miro la masa negra burbujeante de lo que queda de un neumático y me pregunto que es lo que queda de especial en mi vida si no tengo esos pequeños momentos para celebrar. He decidido no volver a celebrar mi cumpleaños, ni la navidad, ni el año nuevo. No volveré a celebrar nada por que no hay nada que celebrar. La noche de San Juan significaba demasiado para mí y me la han arrebatado igual que otras muchas cosas.
Siento rabia e ira formando una bola en mi garganta mientras mis ojos se inundan de lágrimas de las que les echo la culpa al humo.

Indignado salgo de casa y camino hacia el puerto. Las aguas negras reflejan la luz de las farolas y los edificios del otro lado del río. Me giro hacia el pueblo y veo las enormes columnas de humo de pequeñas hogueras de adolescentes que han llevado más bebidas que material para quemar. El pueblo apesta y no hay ni una sola que tenga ese recuerdo infantil del olor a hierba, madera y cartón quemado.
Suspiro despacio con las manos en los bolsillos y siento mi interior vacío. No se que hacer con mi vida y el futuro no tiene mejor pinta, me siento solo e ignorado por mi familia y mis amigos. La gente se burla de mí y nadie me apoya y ahora encima también se burlan de mis preciadas tradiciones. Lo único bueno que quedaba en mi vida que podía traerme un poco de alegría. A este paso tendré que empezar a tirar de pastillas.

Miro el humo y la soledad me cala hasta los huesos. Me giro al agua e intento ver mi reflejo. Estoy desesperado ya no encuentro una razón ni motivación para seguir. La depresión me oprime tanto el pecho que no puedo respirar.

-Si tan solo hubiese tenido un último San Juan que recordar.

Me arrodillo ante la orilla e intento buscar algo que me de fuerzas para enfrentarme a mi escaso futuro. Mi suspiro sale tembloroso y los recuerdos me atormentan.
Siento una patada en mi espalda y caigo de narices al agua. Intento protegerme de la caída en las rocas pero estas no llegan. Muevo los brazos en busca de algo a lo que agarrarme sin entender como aquello es tan profundo. Está todo tan oscuro que no se si estoy boca abajo o boca arriba. Busco desesperado una salida y veo un reflejo anaranjado y nado hacia el antes de ahogarme. Rompo la superficie del agua y jadeo fuerte intentado llevar todo el aire que puedo a mis pulmones cuando diversos sonidos llegan a mis oídos.
Oigo risas, canciones, música y veo sombras bailar pero lo que mas llama mi atención el a enorme hoguera que hay ante mi. No se como he llegado hasta allí pero ya no estoy en el puerto si no en un pequeño claro de un bosque. Salgo de lo que parece un lago y veo a personas extrañas y disfrazadas comer, jugar, divertirse, reír y cantar a mí alrededor.

Me alejo lentamente mirándolo todo y prestando suma atención a la gran hoguera coronada por una enorme luna amarilla completamente llena. Nunca había visto algo así en mi vida.
La gente que danza a mi alrededor empieza a parecerme más real solo que no pueden serlo. Veo piernas de cabra y cuernos en sus cabezas, alas y orejas puntiagudas, hombres bajitos y con barbas largas. Probablemente me había ahogado en el río.

-¡Un humano!- Se engancha a mi lado lo que parece una mujer duende de tez verdosa y pequeñas alas de libélula a su espalda.- Hace tanto tiempo que no nos visita ninguno. Os echábamos de menos pero es que a nadie le importa ya el equinoccio de verano. ¡Es un asco como se olvida la gente de los tratos!

El trato, es cierto, según algunos cuentos el equinoccio de verano y el San Juan se utilizan para celebrar la noche mas corta del verano y el trato que hacen los humanos con los seres mágicos y los fantasmas que les concedían solo esa noche para volver al mundo de los humanos. Sonrío, adoraba esos cuentos.
La mujer chillona me empuja a un gran corro en la que la gente salta y gira en una danza extraña y divertida. Vuelo de pareja en pareja entre tanto giro y en una ocasión me tropiezo y me doy de narices contra un hombre cabra por que mi pareja, un enano, no fue capaz de frenarme cuando me lanzaron a él.
Las risas estallan y me dan un baso e la aguardiente más fuerte que he probado en mi vida. Cuando se vacía me dan algo llamado aguamiel y otra vez el aguardiente después.

Me siento a comer sardinas con un hombre tan grande y gordo que avergonzaría a santa claus. Me sirve una bandeja de fruta una mujer vestida de bruja y se sienta a mi lado un hombre semitransparente con unas ojeras tan grandes como su sonrisa. Probablemente haya muerto y me he quedado en una noche de san Juan eterna y maldita sea. Que a nadie se le ocurra revivirme.

Una mujer que me saca al menos cuatro cabezas me lleva de vuelta al lado de la hoguera y me entrega unos papeles de deseos para quemar. Son los deseos de todos y uno por uno los quemo con cuidado escuchando los aplausos y el sonido de copas entrechocándose. Un hermoso hombre de pelo largo color plata y tez morena me lleva de nuevo a la zona de baile y me mantiene sujeto con una sonrisa.
Siento un pequeño arañazo en mi hombro y veo una especie de sello luminiscente como en las discotecas. Le miro interrogativo y me sonríe.

-La noche se acaba y con esto podrás volver a la próxima fiesta del equinoccio de invierno y del verano. Iré a buscarte en persona y con esto tal vez te lleve a alguna fiesta más.-Le sonrío incapaz de decirle que todo esto es producto de mi ahogamiento en el río y que voy a quedarme para siempre.- te han metido un poco de hierba de brujas en los bolsillos, guárdala al lado de tu ventana para que no atraiga los malos espíritus.-Asiento y me acerco un poco más a él. Es tan bueno estar muerto.- ¿sabes que un beso de un hada te dará suerte y te concederá un deseo?- Le miro y sonrió medio borracho de emoción y de aguardiente.- ¿Qué pedirías tú?
-Que esto no se acabase nunca.- Respondo sin dudar. Él se agacha y me da uno de los besos más suaves y con sabor a menta que me han dado en mi vida.
-Nos vemos en el próximo equinoccio. –Me sonríe y me separa.

Le miro interrogativo y me doy cuenta de que la música ha parado, todos me miran y la hoguera está consumida. Veo como todos saludan con su mano y soy empujado de nuevo sobre el agua negra del lago. Ante mis ojos desaparece otra vez la magia de la noche de San Juan y peleo por recuperarla. Veo la luz a mis pies pero yo quiero volver al mundo de la noche de San Juan.

Un golpe en mi rodilla me despierta y me veo sentado en frente a la puerta de casa. Busco en los alrededores y solo veo el jardín y una persona pesada que me pregunta si ya se me ha pasado el enfado. Trago fuertemente y maldigo mi suerte por haberme desperado. ¿no se suponía que mi deseo iba a cumplirse?
Me levanto nuevamente deprimido y lleno de pena cuando noto que la persona me mira extraño y me señala el brazo.  Girándolo puedo ver el sello de la fiesta de San Juan y una sonrisa se forma en mi rostro. Respiro despacio y noto el aire cargado de aroma a flores.

La noche de San Juan es completamente mágica si sabes vivirla, ahora solo tengo que esperar al siguiente equinoccio.


P.D: En la idea original en realidad el chico se había suicidado y vivía para siempre en un San Juan eterno. Pero me deja mal cuerpo el pobre chaval que sufra por mi ira, no se lo merecía el pobre (yo no pienso llegar a tanto)

5 comentarios:

  1. Holaaaa Death-Ela!! me encantooo el relatooo!! y me gusto el final que le pusiste je!!!
    gracias por poner igual el final que ibas a poner ...muchoss animosss y que la inspiracionnn vuelvaa a tiiii !!!! que tengas una muy bonita semanaa!! besotes!

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  2. Mala!
    eso no me lo habias dicho! ese final!
    ;////m////;!!!

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  3. buen relato, me gusto el final...jajaja el final original me hubiera hecho llorar mares jajajaja este esta bien ;)
    espero que tu inspiración vuelva a ti :) muchas gracias por el relato

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  4. Hola me ha gustado mas este final que el que tenias pensado,no te desesperes,seguro que pronto te vuelve la inspiración.
    Muchos besos!!!!!

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  5. Hola Death-Ela, me gusto mucho el relato y el final también.
    Gracias por compartir, besos.

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