Actividades secretas

Diario 2 

Malakai ha aprendido a gatear y es algo que le encanta, pero a los de la manada y a sus padres no tanto. Se escabulle en dos segundos y puede gatear muy rápido haciendo que se meta en pequeños líos de los que después le cuesta salir solito o básicamente no quiere.

Papi Kegan estaba doblando su ropa cuando se quedó dormido. A veces pasaba, ser un mestizo era algo complicado, Malakai también lo sentía a veces. Normalmente cuando era papi Kegan solía quedarse a su lado, vigilando que no tuviese sueños malos como a veces tenía él. Además una vez fue a pasear cuando papi Kegan se despistó y él lloró mucho y Malakai no soportaba ver a su papi llorar.

Se acercó a Kegan y se acurrucó en su pecho viéndolo dormir justo al mismo tiempo que llegaba su papá Raudel. Al verlo levantó sus pequeños bracitos, adoraba a aquel gran hombre. A pesar de que era muy grande y que su rostro parecía estar siempre enfadado, Malakai sabía que papá tenía dulces sonrisas que eran solo para él, para su papi y a veces para Tomás.

Raudel cogió a su bebé y besó su frente mientras acariciaba el rostro de Kegan, ha pesar de que habían pasado meses aún no se había recuperado del todo y había momentos de fatiga como estos pero no pasaban a menudo.

Por la puerta pasó el Alpha, Malakai sentía curiosidad por aquel señor. Pero le encantaba el atisbo de pánico que veía pasar por sus ojos cuando uno de sus padres le pedía que lo sujetaran. Mientras Raudel se llevaba a Kegan al cuarto, Darrick sujetaba a Malakai por los sobacos evaluando al bebé. 

El Alpha suspiró y se abrazó al bebé con un brazo mientras caminaba buscando a alguien más a quien darle el cachorro. Malakai miraba a los otros lobos con curiosidad, trataban a ese lobo igual pero con algo más de respeto. A veces le daba la sensación de que eso cansaba al gran Alpha.

Pero todo esto pasaba hasta que una de las parejas aparecía. Tomás llevaba unos pantalones demasiado cortos y estaba hablando con su mejor amigo cuando Darrick los vio. Malakai sintió aquel olor y estornudó. Normalmente frotaba su nariz contra el pecho de quien lo cargaba para rascarse pero había aprendido que aquel olor venía directamente de la persona que le llevaba y hacía que su nariz picase.

Un gruñido resonó en el pecho del alpha que le pasó de sus brazos a los de Taylor y abrazó a su pareja besando su cuello. El olor se intensificó por dos. Malakai estornudó otra vez.

El humano Taylor se marchó con él en brazos, tenía suerte, no podía olerlo. Así que Malakai le usó para rascar su nariz contra su pecho. El Humano rió y acarició su cabeza. A Malakai le gustaba Taylor, debería ser sumiso pero su carácter era completamente contrario y eso le gustaba.

El humano le dejó en la sala de juegos que habían hecho para él y otros bebés  pero a él no le gustaba estar con otros bebés. Se quedó mirando a los cachorros, entendía que tenía su edad, y algunos eran mayores, sin embargo Malakai no conseguía estar a gusto con ellos, era…. Frustrante.

Por ello siempre se daba a la fuga sin importar la restricción que pusieran en la puerta, ninguna era capaz de resistírsele demasiado tiempo. Esta vez fue ridículamente fácil.

Gateó por la casa, a esas horas la mayoría de la gente estaban haciendo cosas de mayores, trabajar y otras, por lo que la casa estaba casi siempre vacía. Malakai decidió buscar a uno de sus adultos favoritos, su tío Gared. Él y su pareja eran para Malakai la perfecta encarnación de felicidad y dulzura respectivamente.

Sin embargo mientras le buscaba escuchó unos ruidos, unos que a veces oía pero nunca podía saber que eran. Gateó hasta una puerta, sabía que era el despacho del alpha y escuchó algo así como un gruñido. Curioso empujó la puerta entreabierta con la cabeza y se asomó. Darrick estaba en la mesa de pie y se movía mientras gruñía, sin embargo Tomás estaba tumbado en la mesa y gimoteaba mientras movía su cadera. Malakai frunció el entrecejo ¿Qué estaban haciendo? Su nariz picaba mucho y decidió saber que era lo que hacían cuando sintió unas manos que le agarraban por la cintura y tiraban de él hacia atrás. Vio como la puerta se cerraba delante de él y se giró para ver a otra de sus personas favoritas en el mundo. Pradnesh. Él era algo así como una mezcla entre, abuelo, padre, tío y algo más. No sabía bien en que categoría ponerle pero secretamente pensaba en él como en un papi y un abuelo mezclados.

El Rey había estado paseando por la casa en busca del bebé cuando le había visto a punto de entrar en la habitación en donde la pareja estaba muy ocupada. Miró al bebé con ojos llenos de un pequeño pánico y se lo llevó por el pasillo.

-No, no, no, no. Te quedan muchos años antes de saber que pasa ahí dentro. No quieras adelantarte.

Malakai se acurrucó contra él. Siempre olía tan bien, como cuando jugaba con su papá en el bosque. Olía como el sol y la hierba. Pradnesh caminaba acariciando la espalda del infante, le adoraba con su vida. Sabía que era muy especial, muy peculiar y lamentaba los futuros desastres y dolores que eso le traería. Rezaba para que pudiese superarlos con fuerza y valentía. Sabía que al final Malakai podría con ello, le era imposible ver el porvenir de aquel bebé, algo que le aterraba. Pero Tomás lo había visto una vez y eso era suficiente para él.

Al poco se encontró con Raudel que al verlo el sonrió. Malakai sabía que no era una de las sonrisas que eran para él o para papi, pero también era una gran sonrisa. Retorció su pequeño cuerpo y se giró hacia su padre que lo recogió enseguida y besó su frente.

Raudel invitó a Pradnesh a ver a Kegan que acababa de despertarse de su siesta, bostezó y se estiró como felino que era y recogió a su bebé acariciando su nariz y frotando sus mejillas juntas. Malakai adoraba aquel gesto y lentamente, entre el cariño y la conversación a su alrededor fue quedándose dormido. Aquel día ya no hubo más aventuras que contar. 

Espero que disfruteis de la segunda página. Intentaré escribir pronto su historia. besos.