domingo, 17 de enero de 2016

Historia del mes!



Un cuento para dormir.



Había tormenta afuera  y el pequeño Adrien de siete años se arropaba hasta la nariz mirando por la ventana de su cuarto como el mar se agitaba y los truenos cruzaban el cielo.

Suspiró y volvió a intentar dormirse pero otro gran trueno le hizo saltar. Escuchó unos suaves golpes y miró como la puerta se abría y asomaba la cabeza de su papi. Este le sonrió con el conocimiento en su mirada y se acerco a su lado sentándose en la cama y acariciando su rostro.

-¿no puedes dormir? Creí que habías superado eso ya amor. ¿ has vuelto a ver una de esas películas a escondidas?- el niño bajó la mirada. Sabía que su papi no quería que viese películas de miedo o de violencia pero otros niños lo hacían.
-Lo siento.- su padre suspiró y besó su frente. Su padre miró por la ventana y suspiró pero sonrió.
-¿te da miedo la tormenta, el mar?- el niño miró los hermosos ojos de su padre, apenas había heredado aquel color.
-No papi, el mar no me da miedo. Ni la tormenta pero el ruido me sorprende. Yo puedo dormir lo prometo.-su padre rió.
-¿por qué no te cuento un cuento?- el niño asintió y se acurrucó contra su padre, el siempre acariciaba su pelo mientras le contaba cuentos.- ¿Que tal la historia de la sirenita?
-esa ya me la sé papi, es aburrida.- su padre rió y besó de nuevo su frente.
-Cierto amor, conoces a la sirenita pero no la verdadera historia de. Es mucho más larga y un poco más triste y complicada.-el niño miró a su padre y sintió un pequeño escalofrío y asintió.
-Si que quiero, cuéntamelo.- Su padre se acomodó mejor y se arropó con él.
-Bien, voy a empezar. Esta historia es de verdad y si no te gusta me paras, sabes que yo no te mentiría.- acarició su rostro y le hizo cosquillas en la nariz.- Empecemos, las sirenas viven en el mar ocultas a nuestros ojos pero están allá abajo……

…las sirenas eran caprichosas, egoístas y egocéntricas. Había una entre ellas, era curiosa, estaba aburrida de que no le permitieran ver el horizonte, solo podía quedarse y ser bella como las demás, esperando su momento de aparearse. Eso era todo pero aquella sirena era distinta había visto los humanos y lo que podían hacer, él deseaba saber.

-¿ÉL?- interrumpió el niño.- Ariel era mujer papi.- su padre sonrió.
-No mi amor, Ariel siempre fue macho, un chico, pero era tan hermoso, de aspecto delicado y movimientos elegantes que los hombres lo deseaban y las mujeres le enviaban. Por vergüenza de esos deseos se le convirtió en mujer en la historia. Muchas cosas están mal en los cuentos ¿seguro que quieres que siga?
-sí papá, te creo sigue por favor.- su padre tomó su mano y comenzó a jugar con sus dedos.
-pues bien, Ariel era un joven pequeño y hermoso eso molestaba a las otras sirenas y mostraban su desprecio burlándose de su curiosidad…

…. No era exactamente un príncipe y no tenía muchas hermanas. Él tenía una hermana y tres hermanos mayores. Ellos eran grandes y no soportaban que su hermano se pareciese tanto a una hembra y pensase siempre en los cachivaches humanos. Decían que hasta su hermana era más masculina. Él amaba a su hermana e intentaba querer a sus hermanos. Era un buen chico pero también era curioso y listo y eso le llevaba a su deseo de conocer más del mundo humano y de todas las cosas que eran capaces de crear. Las había visto en las profundidades del mar, dentro de barcos hundidos o tirados por la mano del mismo humano.

Así que un día tras una discusión con sus hermanos e incluso su hermana que no le apoyó como hacía siempre nadó para alejarse de ellos furioso. Justo mientras se alejaba sintió en el agua la fuerza de uno de aquellos barcos pasando por encima de él y sintió crecer la curiosidad por los humanos. Fue entonces cuando decidió ir a ver a la bruja del mar, una hechicera.

Ella no era como en los cuentos, sí tenía cintura de pulpo pero ella era hermosa, muy hermosa, siempre estaba rodeada de hombres que intentaban conquistarla y mujeres que intentaban superarla. Cuando Ariel llegó le miró con cierta molestia, él era apenas un niño pero era hermoso y muy inteligente. Tras una dura discusión en la que Ariel no se amedrentó en ningún momento y no se dejó engañar, así que la hechicera complacida con él concedió su deseo, unas piernas y la capacidad de respirar a cambio de un baúl de joyas y otro de botellas con ingredientes del mundo humano que Ariel tenía entre su colección.

Llegó a la orilla y allí sintió su cuerpo cambiar, al mismo tiempo su cabello del color del atardecer creció y sirvió para tapar su espalda del frío. Arrodillado en la playa comenzó a temblar por sentir por primera vez lo que era ser un ser humano, la hechicera, a su lado le miraba aburrida mientras jugaba con un collar de hermosas perlas en la mano y le explicaba sobre la ropa y el dinero. El chico había sido previsor y había traído una pequeña bolsa con monedas del barco sin embargo no tenía ropa….

El padre de Adrien rió y le sonrió acariciando sus mejillas, parecía pensar en algo pero continuó su relato.

… El caso es que tardó un poco en acostumbrarse a caminar y al final tuvo que robar la ropa pero él no perdió la voz. Es más él la usaba para conseguir dinero. Al principio cantaba en la calle y con el dinero que conseguía podía comprar de comer y algún libro que aprendió rápidamente a leer al intercambiar ese don por la trenza de una mujer despistada. Se sintió un poco culpable por aquello pero se aseguró de dejarle dinero a cambio. Al final consiguió cantar en las cantinas en donde entonaba canciones sobre los mares, los vientos y los marineros, sin embargo solo cantaba canciones de marineros, nunca las de las sirenas…

-¿Por qué no cantaba las canciones de las sirenas? - Su padre rió entre dientes y le miró.
-bueno cariño, las canciones de los marineros son sobre amores, grandes pescas, tesoros e incluso encuentros con sirenas. Pero las canciones de marineros de las sirenas son burlas de cómo consiguieron engañarles, como les ahogaban o como se burlaban de ellos… comprenderás tesoro, que si quería su dinero y su respeto no era algo bueno insultarlos. - el niño también rió y asintió.- El caso es que un día alguien más escuchó las canciones de Ariel…

… pero no fue ningún príncipe, por aquella época no eran tan comunes pero era un Conde, que por aquella época actuaban como si fuesen uno. El caso es que el joven se enamoró de la joven y hermosa Ariel y le invitó a su palacio en varias ocasiones al enterarse de que el joven vivía en una cueva de la playa y solo buscaba dinero para comer y tener acceso a libros. Al principio Ariel se negó, pero el joven le prometió una biblioteca entera e incluso acceso a un inventor y nuevamente cayó en la tentación.
La vida en su gran mansión fue divertida, Ariel cantaba todos los días para el Conde y se hicieron fiestas para invitar a ricos de las cercanías para que sintieran envidia de la hermosa criatura con voz de ángel. Sin embargo el Conde quería algo más de Ariel pero este solo deseaba aprender del inventor y de los libros. Al principio se llevó un gran disgusto cuando supo que Ariel era un hombre, pero con las ropas adecuadas pudo pasar por alto ese detalle, luego se entretuvo mostrándole los modales a pesar de que él siempre estaba rodeado de libros y se escurría dentro del taller. El Conde estaba muy molesto porque a pesar de usar todos sus encantos y sus modales el joven no caía en su trampa y es que Ariel resultó ser más listo de lo que creía, aprendía muy rápido, memorizaba y recordaba fácilmente.

Ariel vivía en un sueño, podía investigar, podía tocar todo aquello e incluso llegar a intentar comprenderlo montando y desmontando. Le gustaba estar con el Conde también, era muy amable y dulce con él y creyó que quizás se había enamorado de él, a pesar de que  cuando el Conde quiso algo que Ariel no deseaba entregarle este se enfureció e intentó tomar aquello por la fuerza. Ariel se asustó y tras resistirse fue golpeado.
Aquella noche estaba aterrorizado y habló con la bruja del mar, esta le explicó que los humanos deseaban siempre mucho más de lo que podían tener. En cambio el Conde suplicó su perdón al día siguiente pero Ariel empezó a temerle y decidió que deseaba irse, el hombre volvió a entrar en cólera y a amenazó a Ariel de nuevo encerrando y obligándole a cantar todo el día pero Ariel no lo hizo y se negó a cantar para los invitados del Conde.
El hombre, que había dicho que la hermosa ángel era su amante y le obedecía dócilmente fue puesto en evidencia y atacó a Ariel intentando asfixiarle, ya que no quería cantar para él no volvería a cantar para nadie. Sintió algo crujir en su garganta y por el terror al no poder respirar su cuerpo intentó cambiar para intentar respirar por las branquias y el Conde entró en pánico. Ariel fue acusado de ser una bruja del mar que estaba engañando al Conde para llevarse a los hombres débiles al mar y ahogarlos….

-!Es un mentiroso!- Su hijo protestó molesto. Su padre sonrió y acarició sus mejillas.
-Cierto, era mentira, pero los humanos tenían miedo de las sirenas amor, porque eran algo que no conocían y temían.- Su niño hizo un puchero y para calmarle besó su mejilla.- ¿Quieres que pare entonces?
-!NO! Dime si le hicieron más daño a Ariel.- Su padre rió y asintió tomando aire antes de seguir.
-El caso es que mientras el Conde gritaba órdenes había encerrado a Ariel en una celda y le llevaron al exterior para obligarlo a cambiar de nuevo y castigarlo…

...Ariel fue arrastrado y fue golpeado, su voz estaba rota y rasgada por la asfixia y no podía hablar para defenderse. Los analfabetos creyeron que sus gritos eran los sonidos de una sirena fuera del mar y golpearon aún más a Ariel y le hundieron la cabeza en un balde de agua salada para ver si podía respirar, o para ahogarlo. Desesperado y asustado intentó gritar pero sonaba de forma horripilante y aterrador por lo que le golpearon aún más y pusieron una cadena en su cuello para callar sus gritos. Ariel, desesperado consiguió cambiar un poco sus manos y usó sus uñas y la sorpresa que provocó para alejarse de los hombres. Asustado ni siquiera supo que le habían disparado cuando cayó al suelo porque su pierna no pudo soportarlo. Miró hacia atrás viendo como su pierna tenía un agujero y mucha sangre de ella y más atrás los hombres le apuntaban con armas rudimentarias y el Conde tenía aquel arma. Aterrorizado se arrastró a gatas hasta el borde de la playa y se dejó caer hasta la misma entre los gritos de sus perseguidores.
Su cuerpo apenas calló unos metros al camino de la colina pero siguió arrastrándose hasta tirarse al agua. Su herida dolía y picaba demasiado mientras flotaba intentado alejarse con la cadena aún en su cuello.
Al caer la noche consiguió llegar a otra zona de la isla y se refugió en una cueva mucho más pequeña, su herida aún sangraba y consiguió sacarse la cadena y acurrucarse en una esquina completamente aterrorizado. Intentó llamar a la bruja pero su voz estaba rota y apenas salía en forma de un chillido. Con el paso de los días creyó que moriría entre lágrimas, dolor y frío, tenía hambre pero no podía permitirse salir de allí, pudo alimentarse de los moluscos de las paredes y los pequeños cangrejos que entraban en ocasiones.

Pasados unos días se arrastró hacia afuera para intentar llamar a la hechicera pero no conseguía que le escuchara, también intentó volver a su hogar pero no era capaz de volver a ser una sirena…

El niño estaba en tensión, sus ojos dilatados por la concentración mirando a su padre esperando lo que ocurriría después, por ello se asustó al escuchar la puerta y se giró con miedo. Frotó la espalda de su niño y sonrió al hombre que entraba por la puerta. Era más alto que él, tenía el pelo muy corto era unos cuantos años mayor. Sus ojos le miraron y luego le sonrió mientras se acercaba a él.

-¿Por qué estáis aun despiertos?- Miró al niño.- ¿has vuelto a ver una película que no debías? - el hombre se sentó frente a su papi y le acarició el pelo.
-Es que en mi clase ya la han visto, ya he pedido perdón no volveré a ha hacerlo Papá.- El hombre sonrió a su hijo, a pesar de su semblante serio y fina línea de su mejilla de una marca de nacimiento y siempre tenía una sonrisa para su hijo.
-Está bien si has pedido perdón ¿Te está contando un cuento?- Miró al otro hombre y le sonrió.
-Papi me cuenta la historia de Ariel, la de verdad.- El hombre le miró preocupado.
-¿No crees que es un poco fuerte para su edad? - el hombre rió y negó.- Aunque supongo que tarde o temprano se la contarías, te encanta contarla.- Se acercó a él y le besó.
-Papá te prometo que no me asusto, ahora Ariel está solo y herido, no puedo irme a dormir, porfa déjame escuchar el final.- El hombre le miró y rió.
- Esa parte es mala, debiste saltarte eso.-Negó y sonrió colocándose contra el cabecero de la cama y tomando al otro hombre por la cintura.- Está bien, me quedaré aquí a escuchar el final, yo también quiero un cuento antes de irme a dormir.- El niño saltó contento y se acurrucó entre sus padres mirando a su papi expectante.
-Está bien ¿por dónde iba?
- Ariel salía de la cueva para buscar a la bruja pero ella no le escuchaba, también intentó volver pero no podía volver a ser una sirena, él era humano ahora.- El niño contó solemne esperando la continuación del relato.
-Cierto, el caso es que Ariel salía todos los días intentado llamarla pero no lo conseguía y un día alguien lo descubrió….

… Ariel lloraba sentado en la arena, su cuerpo estaba cubierto de golpes y cortes, su pierna era inservible al estar tan dolorosa y su cuello estaba teñido de colores por las marcas de las cadenas y de los dedos del Conde. Tan centrado estaba que no escuchó a un hombre joven que se acercaba. Cuando lo tuvo justo a su lado  le miró aterrorizado e intentó retroceder pero su pierna falló y soltó un grito sordo de dolor. El hombre, con el pelo enredado y piel muy morena alzó las manos diciéndole que no deseaba hacerle daño, que le había visto hacía un par de días cuando salía a pescar y que si necesitaba ayuda.
Ariel tenía el peor de los aspectos y solo conservaba su camisa ya que al menos era lo suficientemente larga para tapar sus partes, el pantalón lo había usado para vendas, su pelo estaba todo enredado y sucio por sangre, arena y tierra, su piel estaba de la misma forma.
No sabía qué hacer, si volvía a su cueva el pescador le vería, si se quedaba allí llamaría a otros, así que simplemente se quedó… era mejor morir ya que no podía volver al mar…

-!No!- Adrien miró a su papi triste mientras que su padre acariciaba su rostro y su estómago como cuando era un bebé para que se durmiese.
-Shhh, no he terminado bebé, ahora verás.- El niño asintió y se acurrucó otra vez.- Bueno, el pescador no era como los hombres de la ciudad, y por supuesto no sabía que Ariel era una sirena, así que con cuidado y con paciencia consiguió convencerlo para llevarlo a su pequeña cabaña de pescador, era toda de madera y estaba un poco sucia pero allí no había humedad…

… el joven pescador, con toda su paciencia ofreció agua a Ariel, fue el primer paso para convencerlo, luego le habló preguntando si era extranjero, si estaba en problemas y que él no tenía mucho pero podía al menos ayudarle a desinfectar sus heridas.
Lo dejó sobre unas mantas y calentó un poco de agua mientras le dejaba terminar de beber y de comer un poco. Limpió su cuerpo y sus heridas, las trató y le pidió perdón una y otra vez a pesar de que no había sido culpa suya, incluso fue tan amable para limpiar su pelo y peinarlo en una trenza y dejarle su cama para dormir.

Ariel descansó durante tres días sin moverse de la cama y sin intentar hablar pero al cabo del tiempo, viendo cómo el joven salía todos los días a trabajar y con lo que pescaba él le daba de comer se sintió un poco culpable. Le observó detenidamente y para ayudar empezó a preparar los anzuelos y a tejer las redes o repararlas para el pescador. El hombre le sonreía, le contaba cosas y cuando notaba que no quería escucharle simplemente guardaba silencio. Ariel sonrió, a pesar de que en su mente seguía rogando que la hechicera le buscase para volver a casa el pescador le agradaba. Le enseñó a caminar con un bastón poco a poco, le mostró cómo salir y poner trampas e incluso le llevó a pescar. El invierno se había adelantado mientras él se recuperaba y el frío y las tormentas les impedían salir a veces, pero eso no significaba que se acabase el trabajo y los dos se ayudaban mutuamente.

El último mes de invierno ya era casi imposible salir y un día se quedaron en casa acurrucados junto al fuego tapados por una única manta, hacía demasiado frío. Ariel estaba felizmente con el pescador escuchando sus historias, su pierna ya no dolía tanto pero era muy probable que nunca volviese a caminar sin el bastón, de la misma forma había intentado hablar varias veces, pero su garganta no se había recuperado del todo y su voz sonaba muy mal por lo que ya no pudo volver a cantar. A veces tarareaba y si el pescador la conocía tarareaba a su lado y eso le hacía sonreír, la vida con el pescador era dura, fría y larga pero se había sentido más feliz que con el Conde.
 Ariel le miró a través de su pelo y el pescador le devolvió la mirada, le vio tragar y él sonrió

Y entonces pasó…..

El niño esperó a que su padre continuase, pero sonrió, esa sonrisa lenta como en los dibujos adornaba todo su rostro y lanzaba unas miradas a su otro padre. Conocía aquella mirada, la veía a menudo cuando los veía mirarse el uno al otro. Miró de reojo a su otro padre que soltó una risita y él se impacientó.

-¿Qué pasó? Dímelo papi no te pares jooo.- Hizo un puchero y su papi se rió.
-Perdona amor, lo que pasó fue un beso.- Miraba a su hijo con una sonrisa y su niño le miró interrogante.
-¿un beso, solo eso?- Su papi rió con fuerza y su padre suspiró con una sonrisa.
- No mi amor, no es solo un beso, era un principio, un principio de algo entre ellos, de sentimientos amor.- El niño comprendió.
-¿Y después?- Su papi volvió a sonreír.
-Otro beso.
-¿Después?
-Otro- el niño se molestó.
-¿Y después?- Su papi contenía la risa.
-Otro.- El niño bufó.
-Jo papi, te estás metiendo conmigo cuéntalo bien.- Miró  a su padre que negó con una sonrisa conocedora.
-Lo siento amor, pero no me burlo, se dieron muchos, muchos besos más después del primero aquella noche.- El niño miró a su papi intentado buscar la siguiente trampa.
-Vale, entonces qué pasó después, después de todos los besos al final.
-Bueno, ellos se amaron y se abrazaron toda la noche cariño.- Le sonrió.- Ariel entendió que nunca había amado al Conde, que aquello que sentía en aquel momento era verdadero amor, su vida no era fácil, su cuerpo ya no era hermoso ni bueno, no podría cantar y sin embargo aquel hombre le quería de igual forma… aquello era el verdadero amor….- miró a su hijo con ternura y besó su frente.
-Entonces ¿se acaba ahí el cuento? Ariel encontró a su príncipe azul con un pescador.- Su hijo parecía pensativo, no parecía convencido.
-Me temo que no mi niño, hay más en esa historia.- el pequeño le miró y se acurrucó más contra el pecho de su padre mientras su papi le acariciaba el rostro.- Ariel pasó el mejor mes de su vida aquel invierno pero al llegar la primavera tuvieron que volver al trabajo…

 … el pescador volvió a salir al mar y a veces le llevaba con él. En una ocasión que se quedó dormido se asomaron uno de sus hermanos y su hermana que se horrorizaron al verle tan maltratado y le exigieron que volviese. Ariel se negó, les explicó que a pesar de que había sufrido mucho y rogado por volver ahora ya no lo deseaba, sería pobre pero amaba a aquel hombre y se quedaría a su lado. Muy molestos se fueron.
Ariel siguió viviendo con su amado pescador hasta que a mediados de primavera, mientras Ariel estaba afuera ayudando a secar el pescado un caballo se acercó al trote. El pescador se alzó mirando ya que nadie iba a su casa, mientras Ariel simplemente seguía trabajando  y de pronto escuchó la voz del Conde.
Aterrorizado intentó esconderse y vio como el Pescador se interponía entre ellos. El Conde amenazaba, despotricaba y maldecía el nombre de Ariel llamándole monstruo. A pesar de que el pescador consiguió espantarlo Ariel seguía teniendo miedo pues jamás le había confesado que él era un sireno. Cuando el pescador le miró él rogó que lo perdonase, le suplicó que le escuchase y le confesó entre lágrimas quien era y lo que le había hecho el conde. El pescador se había mantenido en silencio pero al final simplemente le abrazó y le dijo que le creía y le urgió a meter lo necesario en dos sacos para huir de la cabaña.

Se apresuraron y cargaron poco, luego cruzaron un buen tramo con la barca por si traían perros no encontrasen su olor. Ariel se lamentaba por su mala pierna que le hacía  ir casi a rastras detrás del pescador. Creyeron que tenían ventaja al día siguiente escucharon los cascos de los caballos y los perros.
Intentaron correr, esconderse no era posible y correr era demasiado difícil. El pescador le dio una de las mochilas y cargó a Ariel a su espalda mientras subía por la ladera del cañón para intentar ocultarse, pero fue inútil.

No tardaron en alcanzarlos en una ladera, querían bajar por el borde de cabo para llegar a una playa de piedra y esconderse. Cinco soldados y el Conde les separaron y les golpearon, Ariel intentó gritar pero sus lamentos eran tan horribles que los soldados le golpeaban más fuerte para hacer que se callase.
Cuando recuperó la consciencia el Conde estaba sentado a un lado mirándole fijamente, él no podía moverse y ya no escuchaba los intentos de resistirse del pescador. Cuando intentó verle solo pudo ver su cuerpo, ensangrentado entre las piernas de tres soldados. Lloró al ver que una de sus piernas tenía una forma extraña y uno de los soldados la pisaba haciéndola crujir sin que el pescador reaccionar.

El Conde se puso a su lado y agarró un puñado de pelo alzándole el rostro, estaba todo golpeado sin embargo no lloraba por él... si no porque no podía alcanzar a su pescador. El Conde le gritaba muy cerca de su cara, recriminándole el no haber obedecido y sin embargo se había quedado al lado de aquella escoria. Agitó su pelo haciendo que su cabeza se moviese a los lados y sintió algo crujir dentro de él.
Ariel le suplicó, le dijo que haría cualquier cosa por él si dejaba al pescador, pero el Conde ya no lo quería, ya no era hermoso, ya no tenía voz y se rió en su cara cuando pidió piedad para el pescador. Le susurró al oído las cosas dolorosas que pensaba hacerle en venganza y Ariel lo aceptó todo siempre intentado ver el rostro de su pescador una última vez y pidiendo que le dejasen libre.

Furioso el Conde ordenó que lo lanzaran del peñasco al mar sabiendo que si caía cerca iría contra las rocas. Ariel horrorizado miró cómo los soldados empujaron con los pies el cuerpo hasta el borde, gritó y asustó a los soldados pero estos solo terminaron de empujar el cuerpo. El Conde rió y Ariel tiró de su cabeza dejando que arrancase su pelo y rápidamente se arrastró entre las piernas de los soldados asustados al borde lanzándose al agua.
El golpe fue frío, doloroso, no podía respirar pero no importó al ver el cuerpo del pescador hundiéndose. Buceó deseando una última vez ser sirena para sacarle del agua y con todo el esfuerzo de su cuerpo consiguió sacarlos a flote. Agarró su rostro y le llamó, le llamó muchas veces pero él no abría los ojos, Ariel lloró y sintió que no podía nadar más, intentado ver a través de sus lágrimas y del agua, abrazó su cuerpo y enredó sus manos en su ropa rota, le miró una última vez… su rostro tenía un ojo negro, sus labios con heridas, le faltaba una oreja y habían abierto su mejilla hasta su ojo en una horrible mueca y Ariel siguió viéndolo hermoso y siguió amándolo, con un último suspiro dejó de nadar y empezó a hundirse con él hasta el fondo del mar.

De golpe sintió unos brazos que le sacaron del agua y le arrastraron hasta una playa, le dolía tanto el cuerpo que no sentía ya de su cintura hacia abajo. Alzó la mirada sonriendo, pensado que quizás se había despertado al fin, pero a su lado estaban sus tres hermanos, su hermana y la hechicera que le miraban con sus ojos apenados y le suplicaban que volviese a ser una sirena. Ariel no les escuchaba, miró a su pescador arrastrándose para poder poner su mejilla en su pecho y escuchar su corazón, pero allí ya no sonaba nada y de sus cansados ojos seguían brotar las lágrimas. Su hermana le suplicó pero él negó, susurraba apenas, el pescador se había ido y él deseaba acompañarle, les miró a todos con una sonrisa y les dijo que se arrepentía de aquello. Y vio a sus hermanos llorar y se sorprendió, las sirenas no lloran, no saben hacerlo. Intentó reír pero le dolía, miró a la hechicera, estaba hermosa incluso cuando le temblaba el labio inferior y le rogó una última cosa, con esperanza ella aceptó, pero él solo pidió poder despedirse de su amado una última vez. La mujer soltando un sollozo aceptó y poniendo la mano en el cuerpo marchito del hombre sacó una pequeña esfera dorada, el alma del pescador.
Ariel sonrió y la miró con toda la ternura y el amor del mundo, con esfuerzo colocó la mano sobre ella como protegiendo a un delicado pollito de la lluvia y la acercó a su rostro. Cerró los ojos un segundo en los que los otros aguantaron la respiración, pero volvió a abrirlos y dió un pequeño beso a la pequeña esfera y en susurros se despidió. Esta vez cerró los ojos y con su último suspiro una pequeña bola blanca acompañó a la dorada mientras los lamentos de sus hermanos resonaban en la playa …..


-!NO! !NO PUEDE SER!- El pequeño aferraba con fuerza la ropa de su papi, sus dedos estaban blancos de la fuerza y sus ojos inundados de lágrimas, incluso de su nariz goteaba. Su papi suspiró y limpió su rostro con ternura y paciencia mientras el niño lloraba.- No quiero, no me gusta papi, no me gusta esta historia.
-Lo sé mi niño, lo sé, pero es lo que pasó de verdad, los buenos no ganan siempre amor… el odio y el miedo hace que se comentan injusticias horribles.- El hombre miró apenado como su hijo hipaba entre sollozos por la pobre pareja.
-No… papi.. no me gusta su final….no es justo que acabe así….- Su papi acarició su rostro e hizo que le mirase a los ojos sonriéndole con ternura.
-Mi niño, yo no dije que terminase ahí.- el niño inspiró con fuerza y le miró esperando.-Le besó la mejilla y suspiró lanzando una mirada a su pareja.- las sirenas no lloran mi niño… así que cuando la hechicera, una sirena y tres sirenos rompieron en llanto dejando que sus lágrimas se mezclaron con el agua del mar….

...Los dioses del mar aparecieron, tres figuras enormes hechas de agua llegaron a la bahía y les observaron con disgusto. Las sirenas eran criaturas felices, servían a los dioses del mar y se divertían con los marineros. Los dioses miraron a la hechicera y le exigieron que entregara el alma de Ariel, se aseguraría de que ninguna sirena fuese como él de nuevo, no solo había desobedecido sino que había puesto en peligro las demás sirenas. Cuando los hermanos preguntaron qué harían con las almas los dioses respondieron que las destruirían, el alma de un humano era insignificante y la de una sirena tan defectuosa no serviría para renacer. La hermana horrorizada tomó el alma de su hermano y la protegió mientras que los tres sirenos se interpusieron entre los dioses y ella negándose a ceder, su hermano no había sido defectuoso, había amado de verdad y no se merecía morir por ello. Puede que sin el humano su hermano hubiese regresado pero había muerto protegiendo y amando y no permitirían que ahora, cuando al fin habían conseguido estar juntos les separasen de nuevo. Los dioses entraron en cólera y exigieron la extinción de aquellas dos almas.

La hermana, desesperada, tomó el alma de su hermano y la introdujo en su cuerpo guardándola allí de la mano de los dioses. Esto les enfureció pero uno de ellos puso final a la discusión y apoyó a los sirenos. Dejó que todos se fueran y se acercó para ayudar a acomodar la alma de Ariel en el cuerpo de su hermana, luego tomó la del humano y se la entregó a la hechicera pidiendo que buscase a una mujer embarazada y la pusiese en su vientre siempre que viese que el futuro de aquella familia fuera quedarse en el pueblo.

Las sirenas se separaron y volvieron a sus hogares esperando. Esperaron por años….

… mucho tiempo después un joven sireno jugaba con sus hermanos pequeños, él nunca hablaba y nunca se acercaba a la superficie por la prohibición surgida hace un par de generaciones. Sin embargo a veces miraba hacia arriba. Distraído uno de sus hermanos pequeños mandó la pelota con la que jugaban a la superficie de una pequeña cala. Molesto nadó entre las rocas agradecido que fuese de noche para recoger el objeto de juegos. Mientras se movía cuidadosamente entre las rocas una luz llamó su atención, curioso y muy cuidadoso se fijó y vio a un joven humano, era la primera vez que veía uno. El humano miraba al mar con un aura triste y una vela a sus pies, el pequeño sireno sintió mucha curiosidad y quiso acercarse un poco más a mirar. Con Cuidado se acercó hasta detrás de una roca y vió su rostro, eran tan distintos…..
El humano suspiró y se levantó llevando con él la vela dando la vuelta y dirigiéndose hacía fuera de la playa, fue cuando vio la marca de su mejilla y el joven lo recordó todo. Su corazón comenzó a latir fuertemente y saltó al mar intentando llegar a la playa. Se arrastró por la arena viendo marcharse, abrió su boca intentando decir su nombre pero era incapaz, sentía la arena arañando su piel y su cola sin embargo siguió metiéndose más en la arena y comenzó a golpear furioso el agua deseando que el joven se girase y que su cola desapareciera. La luz se detuvo y el joven se giró, sus ojos se encontraron y durante un segundo creyó que él no le reconocería, sin embargo el humano echó a correr hacia él, el sireno sonrió y por fin consiguió gritar su nombre, su cola se separó y sus piernas apenas se arrastraron por la arena antes de abrazar al humano que tanto tiempo había estado esperando….

-... se reencontraron….- el niño seguía llorando pero esta vez tenía una sonrisa en sus temblorosos labios.- Ariel volvió con el pescador.- Su padre sonrió y asintió.- ¿y vivieron juntos para siempre?- Su papi rió.
-Bueno, el humano recordó primero, y trabajó mucho para poder tener una casa junto al mar, todas las noches iba a la misma playa en dónde se despidió esperando reencontrarse con él. Ariel salió del mar y decidió vivir con él en su casa. Juntos comenzaron una vida y un milagro más sucedió cariño… Ariel, al ser una sirena, conservó su capacidad para tener hijos y llevó en su cuerpo un par de años a su descendencia hasta que se formó y dio a luz a un hermoso bebé, con sus diez dedos en las manitas y en los pies, sus dos orejas y una nariz.- su papi sonrió y le miró fijamente. El niño miraba sin parpadear.
-¿Como llamaron al bebé papi?- Su papi le sonrió dulce y respondió con el mismo tono de voz.
-¿Como le llaman cariño?- El niño sonrió y dijo en un grito.
-!Adrien!

FIN



Espero que os haya gustado una de tantas de mis versiones de Ariel masculino y su “verdadera” historia. Si habéis soltado una lagrimita no os preocupéis, hasta a mi me pasa cuando escribo, es que soy mu blanda XD



12 comentarios:

  1. TOT yo lloré muuuuuichooo! eres muy malvada!!! pero me encanta~

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  2. Firiel tiene toda la razón sniff sniffff pero es un final feliz :) gracias!!!

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  3. Waaaaaaaaaaaa llore mucho. Es una historia muy hermosa, muchas gracias.

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  4. (T^T) esto me hizo llorar... Fue muy lindo, triste, pero lindo.
    Gracias por compartirlo con nosotros.

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  5. Me alegra que os guste tanto. Gracias por seguir aqui a pesar de la poca actividad. Espero volver a revivirlo y que poco q poco vuelva la gente. Tambien decir que me he hecho un twetter por si quereis seguirme y acosarme, de paso puedo avisar mejor cuando suba algo. Buscar mi zorro con el nombre de death-ela.

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  6. Es preciosa!! soy super fan de la sirenita y de verdad... esta historia me ha llegado!

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  7. Holaaa Death!!! ahhhhhhh me hizooo llorar a mi tambienn!! me encantooo!!!! gracias por compartirloo con nosotras!!!! besotess!!!

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  8. Hola, yo también lloré :(, pero también me gustó el final
    Gracias por tus historias
    besos

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  9. Qué manera de sufrir, una bellísima historia de amor, me encantó. Muchísimas gracias por compartirla, besosss!!

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  10. Que hermosa historia,sufri,llore me gusto el final.Muchas gracias por compartir

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